ŽEuropa avanza a pesar de todoŽ, Javier Solana Madariaga

Con la crisis griega se ha despertado  la susceptibilidad de todos aquellos que desde un principio no vieron con buenos ojos un proyecto económico y político común. Algunos ya presumen de su acierto al vaticinar que el sueño de una Europa fuerte, unida y modélica para el siglo XXI se esfumaría con el tiempo.

Los pesimistas que sostienen que Europa no es ya un actor geopolítico central tienen que reconocer que eso es, en parte, un mérito de la construcción europea. El continente ha visto reducida su relevancia en la atención mundial precisamente porque ha dejado de ser un foco de problemas e inestabilidad. Pero señalan también que Europa ha perdido peso debido a un fortalecimiento del provincianismo de sus estados-nación, que continúa mermando los esfuerzos de coordinación e integración. En los últimos meses, insisten en profetizar la inviabilidad de una moneda común sin una política económica y fiscal compartida. El estancamiento demográfico y el consiguiente envejecimiento son debilidades adicionales que llevan a algunos a vaticinar que el proyecto europeo se está hundiendo.

Pese a tales augurios, la UE es actualmente la mayor economía mundial, con la renta per cápita más elevada, por delante de Estados Unidos. La distribución social de la renta es la más igualitaria del mundo y todos los países miembros son evaluados sistemáticamente en el informe anual de la ONU como países con un alto desarrollo humano. Para continuar avanzando en la consolidación de este proyecto común, la UE se dotó recientemente de un nuevo marco normativo, el tratado de Lisboa, que cuenta con un enorme potencial.

La actuación del Consejo de Economía y Finanzas (Ecofin), hace pocos días, debe entenderse como otro gran esfuerzo extraordinario de coordinación y cooperación. Los países europeos vuelven a ceder parte de su soberanía en beneficio del bienestar compartido mediante la creación de un fondo, el Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera, de 720.000 millones de euros, donde participa el FMI. Para acceder al fondo se deberán acometer reformas estructurales diseñadas por la Comisión Europea y supervisadas por el FMI. Adicionalmente, el Banco Central Europeo (BCE) se ha comprometido a intervenir, si es necesario, en el mercado de deuda pública. En resumen, las resoluciones del Ecofin se convirtieron, de facto, en la política económica y fiscal común que tantos reclamaban.

A raíz de estas actuaciones comunes, todos los países se han visto obligados a acometer ajustes importantes. España, también. Pero este ajuste debe entenderse en el marco de la actuación coordinada europea y de una cesión de posiciones nacionales guiada por el bien común. Esto es la esencia de la Unión Europea. No es tolerable hablar de imposiciones, ni mucho menos de "protectorado", como oímos en el Congreso de los Diputados.

La Unión Europea es necesariamente compleja. Alberga en su seno - afortunadamente-a un gran número de países. Es elástica en geografía, rica en cultura e innovadora políticamente. Europa encierra muchas ideas, valores y aspiraciones. La toma de decisiones y la rendición de cuentas no son, por lo tanto, sencillas. Ya Ovidio nos presentaba en el mito a una Europa compleja, inquietante y enigmática. Hoy, su camino sigue estando salpicado de duros retos, pero la Unión Europea debe sentirse más orgullosa de lo que ha conseguido y ser más consciente de lo que representa.

No existe un modelo igual a la UE en toda la escena internacional. Los europeos hemos construido, mediante cesiones voluntarias de soberanía de los estados, el modelo de gobernanza supranacional más desarrollado y más capaz de hacer frente a los desafíos de la globalización. Si de algo sirve la crisis es para despertar a aquellos que dormían en el limbo del corto plazo y lo local. Nos comprometimos en forjar una moneda única y común y este proyecto lleva aparejada una dimensión económica y política. Ambas caras de una misma moneda, ambas indisolubles. La UE debe hacer de la adversidad virtud y salir más reforzada de la crisis. Desde sus inicios, se ha avanzado a diferentes ritmos. Con más o menos turbulencias, con mayor o menor entusiasmo. Pero siempre se ha avanzado. La UE nunca retrocede.

19-V-10, Javier Solana Madariaga, presidente del Center for Global Economy and Geopolitics de Esade Business School, lavanguardia