´Entre dos imperios´, Gonzalo Aragonés

La tremenda bronca del pasado 27 de abril en la Rada de Ucrania por la continuidad de la flota rusa en Crimea es el último capítulo de la herencia nacionalista de este país, el más extenso de Europa después de Rusia. El patriotismo ucraniano de los tiempos modernos maduró en los convulsos años de la Primera Guerra Mundial y la revolución rusa, cuando un grupo de guerreros y políticos soñaba con la independencia. Los soldados voluntarios que defendieron esos ideales, los fusileros del Sich, son hoy venerados como patriotas heroicos.

Si las últimas elecciones presidenciales en Ucrania no las hubiese ganado el prorruso Viktor Yanukovich, hoy toda Ucrania estaría tal vez recordando la victoria de sus tropas frente al ejército imperial ruso. Viktor Yuschenko, el presidente del país en los últimos cinco años, dio un tinte muy nacionalista a su mandato, y una de sus últimas propuestas antes de perder el sillón presidencial fue honrar a los jóvenes soldados ucranianos que entre abril y mayo de 1915, durante la Primera Guerra Mundial, defendieron la montaña de Makovka, en la actual provincia de Lvov. Esos soldados, las brigadas de los fusileros del Sich, despiertan más admiración en el oeste de Ucrania, nacionalista y proeuropeo, que en el este prorruso.

Corría el año 1916 cuando Iván Prishlyak, un campesino del poblado de Strigantsi, en el río Zolota Lipa, en la actual provincia ucraniana de Ternopol, decidió pelear por la idea nacionalista que en esa época cosquilleaba entre los ucranianos de Galitzia y Volinia. Igual que otros miles de campesinos, se unió como voluntario a las brigadas de fusileros del Sich (sich es un término ucraniano que hace referencia al centro militar y administrativo de los cosacos). Atrapados en los grandes imperios de la vieja Europa, su lucha era encontrar un sitio en el mundo para Ucrania.

“La historia de Ivan Prishlyak es muy parecida a la de otros jóvenes de la época”, asegura su nieto, el historiador Volodimir Prishlyak, profesor de la Universidad Nacional de Volinia Lesya Ukrainka en Lutsk. “Los primeros –explica– que lucharon por una Ucrania independiente fueron, por supuesto, los cosacos zaporogos de Bogdan Jmelnitski (creador del Hetmanato Cosaco, independiente entre 1649 y 1654). Pero en la historia contemporánea, ese papel les corresponde a los fusileros del Sich. Lo importante de ellos es que en su mayoría eran chicos de 17 y 18 años que dieron ese paso de forma voluntaria.”

De ellos quedan hoy testimonios en los archivos, en los museos, en los cementerios. Pero también en la literatura. “Pasaban los fusileros del Sich, marcaban magistralmente el paso, eran de caras más finas, en una palabra, de Galitzia”, escribió Mijail Bulgakov en La guardia blanca, una novela que recrea el invierno de 1917-1918, cuando Kiev se la disputaban el jefe de los patriotas ucranianos Simon Petliura, el germanófilo Pavlo Shoropadsky y los bolcheviques.

“El papel de los fusileros del Sich como patriotas fue enorme. También había un batallón femenino. Tenían una moral y un espíritu muy grandes, ya que se fundaron en la parte oeste de Ucrania, la que entonces pertenecía al imperio austro-húngaro, donde el papel de la religión y la espiritualidad era elevado”, señala Olena Spitska, especialista jefe de Museos del Instituto de la Memoria Nacional, en Kiev.

Las fronteras en esa área territorial de Europa eran prácticamente las mismas desde el Congreso de Viena de 1815. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, en 1914, la Ucrania actual estaba dividida entre el imperio austro-húngaro, el oeste, y el imperio ruso, el este. Los territorios de Galitzia y Volinia formaban parte del imperio austro-húngaro bajo el nombre de Reino de Galitzia y Lodomeria. La región de Galitzia se dividía a su vez en Galitzia Occidental, que quedaba en el lado polaco, y Galitzia Oriental, en el lado ucraniano. La Bucovina y la actual provincia de Transcarpacia (o Zacarpatia) también quedaban dentro de las fronteras austrohúngaras. El resto, la mayor parte de la actual Ucrania, formaba parte del imperio ruso.

A caballo entre los siglos XIX y XX, entre los ucranianos del imperio austro-húngaro comenzaron a aparecer clubs y organizaciones patrióticas y paramilitares que fueron toleradas por el imperio. “Los austro-húngaros comprendieron que necesitaban el apoyo de la población en Lvov y alrededores. En ese tiempo, muchos en Galitzia consideraban a Moscú el centro y querían irse allí. Por eso, los húngaros pretendían atraerlos”, explica Vitali Skalski, subdirector del Museo del Instituto de la Memoria Nacional de Ucrania.

El nacionalismo ucraniano y la necesidad de los austro-húngaros permitieron que en 1914 nacieran los fusileros del Sich en la parte occidental de la actual Ucrania. “Se dio legitimidad a destacamentos que de otra forma podrían haberse considerado bandidos”, dice Prishlyak.
El número de voluntarios dispuestos a engancharse se acercaba a los 28.000, pero eso levantó el temor en las autoridades imperiales, así que en un principio sólo se permitió la formación de una legión de unos 2.000. Todos quedaron integrados en el ejército austro-húngaro.

Pero hubo tres batallas donde quedó claro que los fusileros del Sich no eran sólo una parte más del ejército del imperio austro-húngaro sino, en palabras de Volodimir Prishlyak, “el modelo del futuro ejército nacional ucraniano”. Fueron las que se libraron entre abril y mayo de 1915 en la montaña Makovka, en los Cárpatos; en 1916 en la montaña Lisonya, en la actual provincia de Ternopol, y en 1917 en el poblado de Konyuji.

Ivan Prishlyak participó en la batalla de Konyuji, y de ella son los primeros recuerdos de su familia sobre los fusileros del Sich. “Según el relato de mi padre, su abuela María les llevaba comida, como las madres cuyos hijos estaban luchando”, recuerda el historiador.

Pero estos jóvenes no luchaban sólo con las armas por unas ideas. Iban mucho más allá. El movimiento patriótico les había dotado también de pretensiones culturales. “Cuando los alemanes ocuparon en 1916 y 1917 la Volinia, allí no había escuelas ucranianas ni bibliotecas. Con ellos llegaron los fusileros y comenzaron a crear escuelas, organizar conciertos, sus esposas se convirtieron en maestras, y todo eso contribuyó a elevar el espíritu ucraniano”, comenta Prishlyak.
“Otro de los hechos ciertos de la vida de mi abuelo Iván –agrega– es que formando parte de la brigada de montañeros luchó contra los polacos en 1919, cuando los fusileros eran la base del nuevo ejército de Galitzia.”

El movimiento nacional ucraniano y el sentimiento independentista cobran verdadera fuerza con el colapso de Rusia y Austria tras la Primera Guerra Mundial y con la revolución rusa de 1917. Al año siguiente comenzaron a formarse varios estados ucranianos autónomos. El primero, la República Nacional de Ucrania Occidental, sobre la parte oriental de Galitzia y con centro en Lvov, duró sólo ocho meses hasta que se unió el 22 de enero de 1919 a la República Nacional Ucraniana, con centro en Kiev y en los territorios rusos.

Las nacientes repúblicas recibieron apoyo militar del nuevo imperio alemán, pero tras la derrota de este quedaron a merced de los polacos, y también de los soviéticos, que habían comenzado a avanzar hacia Ucrania.

La primera brigada de fusileros del Sich del ejército austro-húngaro se convirtió luego en la élite del ejército ucraniano de Galitzia, de la República Nacional de Ucrania Occidental, y su fuerza no era nada despreciable. Durante la guerra con Polonia contaba con 70.000 hombres, artillería, caballería, dos trenes blindados y 40 aviones que organizó el fusilero Petro Franko, hijo del venerado poeta ucraniano Ivan Franko.

Pero en abril de 1920 sufrieron una mortal derrota frente a los polacos. “Mi abuelo y sus compañeros quedaron aislados en los Cárpatos”, cuenta Prishlyak. En mayo tuvieron que capitular “y se refugiaron en Checoslovaquia”, donde se formaron tres campamentos militares ucranianos.
Polonia ganó la guerra y se hizo con gran parte del territorio de la república occidental. Mientras el gobierno se exiliaba en Austria, la lucha para muchos fusileros del Sich terminó. El historiador Volodimir Prishlyak encontró el rastro de su abuelo y de sus compañeros en el Archivo Estatal Central de Kiev, adonde se habían trasladado los archivos ucranianos desde Praga.

La mayoría de los fusileros de Galitzia se pasaron a la República Nacional Ucraniana, uniéndose a los fusileros del Sich orientales que había formado en 1917 su más notable comandante, Yevhen Konovalets, uno de los fundadores del movimiento nacionalista ucraniano y luego influyente líder de la Organización de Nacionalistas Ucranianos en el exilio.

En la república del este los fusileros del Sich también fueron arte y parte en la breve y controvertida historia política del joven Estado. Además del avance bolchevique sobre Kiev, los alemanes querían imponer a los ucranianos un gobierno títere, por no hablar de las diferencias entre las facciones locales.

Fruto de las conversaciones entre el gobierno ucraniano y los alemanes, el 9 de febrero de 1918 se firmó la paz de Brest-Litovsk, que luego la URSS de Lenin no reconocería. El documento original de la firma ucraniana, de cuyas reuniones existen constancias fotográficas, se conserva en los archivos de Kiev, pero no esta firmado. “Probablemente, el firmado se encuentre en Austria o en Alemania”, supone Spitska.

Y poco después, el 29 de abril de ese año, la Rada (el Parlamento) aprobó in extremis la primera Constitución ucraniana. “Cuando se aprobó la Constitución, los alemanes irrumpieron en el edificio y, como consecuencia, toda la Rada Central, todo el gobierno, tuvo que abandonar Kiev”, explica Olena Spytska.

Se formó entonces un gobierno proalemán, el del atamán Piotr Skoropadsky, al que la Rada no consideró legítimo. La Rada se organizó en el exilio y formó un Directorio cuyo líder fue Simon Petliura. Los fusileros del Sich se mantuvieron fieles al Directorio.
El armisticio alemán y la primera Constitución ucraniana podrían haber sido el germen de un Estado independiente si Lenin lo hubiese permitido.

La historia de los fusileros del Sich terminó poco antes que la historia de esos estados ucranianos. Tras varias derrotas, la República Nacional Ucraniana perdió el control de su territorio. Los fusileros del Sich se disolvieron definitivamente el 6 de diciembre de 1919, aunque muchos de sus soldados siguieron luchando en varios frentes hasta la victoria definitiva de los bolcheviques. Ucrania no volvería a tener Estado propio hasta después de la desintegración de la Unión Soviética, en 1991.

16-V-10, Gonzalo Aragonés, magazine