´Contra la ´ley mordaza´´, lavanguardia

Silvio Berlusconi, primer ministro italiano, ha protagonizado muy diversos y discutidos manejos legales. Pero esta vez ha conseguido lo nunca visto: poner de acuerdo en su contra a directores de diarios berlusconianos y antiberlusconianos. Ocurrió el pasado lunes, cuando unos y otros coincidieron en su rechazo a la llamada ley mordaza,impulsada por el Gobierno Berlusconi a fin de limitar la difusión de escuchas y actas judiciales. No sólo periodistas de diversa orientación política se oponen a dicha ley. También lo hacen los magistrados, convencidos de que sería perjudicial en los procesos contra la mafia o el terrorismo, al privar a las acusaciones de este recurso, dejándolas inermes ante la delincuencia.

Podemos convenir en que las escuchas no son el mejor camino para sentar a un reo en el banquillo y propiciar su condena. Parece claro también que deben evitarse cuando la vulneración del derecho a la intimidad no comporta un bien social. Pero es indiscutible que, en otras ocasiones, permiten el resarcimiento de la sociedad burlada por los delincuentes. Los cabecillas de la trama Gürtel, por poner un ejemplo cercano, saben que las escuchas de sus conversaciones son un hito imprescindible para perseguirles. Y por eso intentan anularlas como pruebas en su contra. Sin embargo, el común de los mortales da por buenas estas pruebas, puesto que permiten castigar a los presuntos corruptores de la voluntad pública. Un caso más reciente es el de Sarah Ferguson, la ex esposa del príncipe Andrés, duque de York, grabada mientras pedía medio millón de libras para facilitar a un falso hombre de negocios acceso a su ex marido, que desde el 2001 es alto representante británico en materia de comercio exterior. El método empleado para desvelar la debilidad de Fergie por el tráfico de influencias no fue muy caballeroso. Pero la sociedad británica quizás prefiera estar al corriente de los deslices de la dama, antes que ignorarlos.

En repetidas ocasiones, Berlusconi ha propiciado la redacción de leyes que obraban en favor de sus intereses políticos o privados. Por tanto, su defensa de la ley mordaza apoyada en la protección de la intimidad resulta poco creíble. Y menos teniendo en cuenta que muchos de los últimos escándalos italianos han visto la luz gracias a la publicación de actas judiciales basadas en escuchas telefónicas, desde las fiestas de Berlusconi con prostitutas hasta la corrupción en obras públicas.

La libertad de información es un irrenunciable pilar de la democracia. Y por ello sumamos desde aquí nuestra voz a la de los periodistas y magistrados italianos que claman contra la ley mordaza.

31-V-10, lavanguardia