(fútbol e) ´Identidad nacional´, Pascal Boniface

Si bien el fútbol es el caso tipo de la globalización, se aparta notablemente de ella, sin embargo, en un aspecto. A diferencia de esta última, que se supone que difumina las identidades nacionales, el fútbol las refuerza. Cuando juega la selección nacional, es la entera unión sagrada un gobierno, una población, un territorio-no sería menester añadir un elemento suplementario: un equipo de fútbol.

Como ha dicho el historiador Eric Hobsbwam, el factor que ha hecho del deporte un instrumento único de inculcamiento del sentimiento nacional es la facilidad con la que los individuos, aun los menos politizados, pueden identificarse con la nación. En países que pierden uno a uno los símbolos nacionales de autonomía o cuyas líneas aéreas se sitúan en valor cero, como otros servicios públicos, la selección nacional de fútbol adquiere una importancia simbólica aún mayor.

Cabe aplicarlo a los estados jóvenes que acaban de acceder a la independencia y que, en el mismo impulso, solicitan su ingreso en las Naciones Unidas y en la FIFA; esta última es mucho más popular y evidente que la primera. Resulta más fácil identificarse con una selección nacional, que todo el mundo puede ver y a la que se puede apoyar en televisión, que emocionarse ante la visión de una representación diplomática en la ONU. Igualmente se ha observado el hecho en los países nacidos de la caída de los imperios multinacionales soviético o yugoslavo.

Sucede, sin embargo, que ello también tiene lugar en los viejos Estados-nación europeos. Los diablos rojos de Bélgica son, junto con el rey, uno de los elementos que siguen uniendo a valones y flamencos. La Liga Norte no pide en Italia la disolución de la squadra azzurra y los kurdos vibraron de entusiasmo ante las proezas de la selección turca en el Mundial del 2002. Los suizos superan las divisiones lingüísticas y regionales para apoyar a la Asociación Suiza de Fútbol, la Nati (Nationalmannschaft).

Incluso se ha podido observar, en el caso del FLN de 1958 a 1961, el hecho de que un equipo de fútbol haya podido preceder a la creación de un estado. Los palestinos, admitidos en la FIFA en 1998, confían en que sea también su caso lo más rápidamente posible. Tratándose de una población traumatizada por acontecimientos políticos traumáticos, la selección nacional constituye una señal identitaria inmediatamente perceptible y potencialmente festiva. Para muchos pequeños países, las competiciones de fútbol son un modo de existir, de estar en el mapa, incluso de rivalizar con alguien más rico o mayor que ellos. El fútbol representa asimismo la ocasión de demostrar un patriotismo blando,de lucir la bandera con buen humor. Las desviaciones de carácter violento existen, pero siguen siendo la excepción archivisible, no la regla.

Si el apego a la nación resulta ser un plebiscito diario, las competiciones internacionales de fútbol permiten organizar referéndums de 90 minutos con la seguridad del triunfo del sí. Europa puede progresar y, a tal fin, estamos dispuestos a sacrificar moneda, ejército y justicia, pero no nuestras selecciones nacionales de fútbol.

14-VI-10, Pascal Boniface, lavanguardia