el contexto

Las cinco repúblicas ex soviéticas de Asia Central (Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Tayikistán y Kirguistán) constituyen una gigantesca región de desiertos y montañas tres veces mayor que Europa occidental, con Rusia por el norte, China (Tíbet) por el este, Afganistán por el sur y el mar Caspio por el oeste. Todas las repúblicas, exceptuando Tayikistán, hablan lenguas turcas y son de mayoría musulmana. En Tayikistán se habla persa, lo que da pie a Irán. China, como demuestra la convulsa provincia de Xinjiang, no duerme tranquila por el contagio de su minoría musulmana. Y Rusia ha regresado a la región que hasta las independencias de 1991 formó parte de la Unión Soviética.

En Asia Central se han registrado, desde su independencia, dos aparentes milagros: uno económico y otro político. El económico se debe a la explotación del gas natural y el petróleo; el político, al hecho de que las ex repúblicas soviéticas no son exactamente eso, sino el último lugar donde el sistema soviético persiste, aunque ahora bajo la bandera nacionalista. Kirguistán, donde se suceden graves enfrentamientos entre kirguises y uzbekos, no es precisamente un oasis democrático en la región, pero sí es un caso distinto. Es el único país del mundo en el que Rusia y la OTAN tienen una presencia militar, lo que no deja de ser interesante.

En Kirguistán, los enfrentamientos entre kirguises y miembros de la minoría uzbeka han causado desde la semana pasada centenares de muertos y han provocado el éxodo de decenas de miles de refugiados que han huido a la vecina Uzbekistán. Puede, sin embargo, que los enfrentamientos no tengan una explicación exclusivamente étnica. El pasado abril, el presidente Kurmanbek Bakiyev fue depuesto en un golpe cuyos líderes prometieron la celebración de elecciones democráticas. Noha habido tiempo para ver si estaban dispuestos a cumplir sus promesas. El sur del país, escenario de los peores enfrentamientos, es precisamente donde menos abarca la mano de las nuevas autoridades, por lo que no faltan observadores que apuntan directamente a los partidarios del antiguo presidente.

Bakiyev trató de equilibrar la influencia de Rusia y de Estados Unidos. Quienes le derrocaron parecen inclinarse más del lado ruso. Sea como fuere, la inestabilidad de Kirguistán no sólo es una prueba para Rusia, que paso a paso va recuperando el terreno perdido desde la desaparición de la Unión Soviética. También lo es para Occidente. La república ex soviética de Kirguistán es una vía decisiva para los suministros que van dirigidos a las tropas internacionales en Afganistán.


18-VI-10, lavanguardia

El referéndum no es la panacea. Ni para resolver la crisis política que se abrió en Kirguistán el 7 de abril con la expulsión de Kurmanbek Bakiev. Ni para poner punto y final a los incrustados odios en el sur entre la minoría uzbeka y la mayoría kirguís. La celebración de elecciones parlamentarias en octubre puede traer nuevos nubarrones políticos. Varios de los ministros del gobierno de Roza Otunbaeva lideran su propio partido político. Otunbaeva les ha pedido que dimitan antes del 10 de julio. La fragmentación del gobierno provisional comenzó antes, cuando el jefe de la administración presidencial, Edil Baysalov, abandonó el gobierno y fundó su propio partido. Por otra parte, las autoridades de Bishkek han acusado a Bakiev de estar detrás de la violencia de Osh y Jalal Abad, pero no han prestado apenas atención a las denuncias de la minoría uzbeka, que ha acusado a la policía de ayudar a los kirguises o de no intervenir.

1991 Independencia de Kirguistán tras la caída de la URSS. Askar Akayev es elegido presidente.

2005 Revolución de los tulipanes:protestas contra el fraude y la corrupción. Akayev huye y Kurmanbek Bakiyev asume el gobierno.

2009
Reelección de Bakiyev. El poder queda concentrado en manos del presidente y su círculo.

IV/ 2010
Tras unas sangrientas protestas, Bakiyev huye del país. Roza Otunbayeva, heroína de la revolución de los tulipanes,asume el gobierno provisional.

VI/ 2010
Enfrentamientos en el sur entre kirguises y uzbekos causan hasta 2.000 muertos. El Gobierno acusa a Bakiyev de estar detrás.

28/29-VI-10, lavanguardia