ŽNo funcionaŽ, Xavier Batalla

El euro que entró en vigor el 1 de enero de 1999 no ha sido el primer euro de la historia. Diocleciano, el emperador romano, ya intentó crear una moneda única europea, aunque no lo consiguió. Y unos quinientos años después, Pipino el Breve y su hijo Carlomagno sí lo lograron, pero de forma bastante efímera.

La actual caída del euro se explica por razones económicas. "La Unión Europea no funciona por dos razones básicas: primero, porque la ampliación (al este) fue un error; y segundo, porque la unión monetaria no estuvo acompañada de una unión económica y fiscal", me comentó esta semana una alta funcionaria comunitaria a condición de mantener el anonimato. Y a esto cabe añadir los interrogantes políticos que suscita el euro.

La historia está llena de ejemplos que demuestran cómo el poder político, diplomático y militar se ha traducido en una moneda poderosa. Es decir, cómo el poder político se ha transformado en poder económico, y no al revés. El presidente estadounidense William Howard Taft hizo escuela a principios del siglo XX al afirmar que su objetivo era "sustituir las balas por los dólares". La idea de Taft, que se convino en denominar diplomacia del dólar,hizo fortuna como reconocimiento de que el poder militar antecedió a la libra esterlina en el siglo XIX y al dólar en el siglo XX. La Unión Europea, por el contrario, optó, tras un primer fracaso en materia de defensa común, por recorrer un camino distinto hacia la consecución del poder político.

Los europeístas vieron en el euro el principio del fin de la desunión política. Y en eso coincidieron, aunque por razones distintas, con Margaret Thatcher, la campeona de los euroescépticos. La ex primera ministra británica lo dijo en Praga: "Un superestado (europeo) con su propio gobierno, sus propias leyes, su propia moneda y su propia ciudadanía es una pesadilla". Thatcher temía que Europa rivalizara con Estados Unidos.

El euro divide ahora a la Unión Europea. Hace cuatro décadas, cuando discutieron sobre su ingreso, los daneses acuñaron un término, Romunion,para referirse al tratado fundacional. Roma, para buena parte de los daneses, protestantes luteranos, era el símbolo de la virtual dominación de una Europa católica, sureña, arrogante y corrupta.

Ahora, los alemanes se preguntan por qué deben pagar para que los griegos se jubilen doce años antes que ellos. Es cierto que Alemania lo ha hecho mejor, con un reducido déficit presupuestario y grandes superávits en las exportaciones. Pero, con su ajuste, puede estar pegándose un tiro en el pie: su economía, que depende de las exportaciones, sufriría si los europeos - sus principales clientes-no pudiesen comprar sus productos. El resultado de todo esto es la aparición de dos bloques: por una parte, aquellos que quieren salvar el euro a base de apretarse el cinturón; y por otra, los que echan de menos la solidaridad europea mientras les meten en cintura. La división que se perfila ya no es entre la vieja Europa y la nueva, sino entre el norte y el sur.

20-VI-10, Xavier Batalla, lavanguardia