El Pontífice explicó su decisión de crear "un nuevo organismo, bajo la forma de pontificio consejo, con la tarea concreta de promover una renovada evangelización en los países donde ya resonó el primer anuncio de la fe y están presentes iglesias de vieja fundación, pero que están viviendo una progresiva secularización de la sociedad y una suerte de eclipse del sentido de Dios".
Según varios medios italianos, al frente del nuevo dicasterio vaticano el Papa colocará al arzobispo Rino Fisichella, conocido por la firmeza en las posiciones morales ortodoxas de la Iglesia.
Es obvio que el nuevo organismo está pensado para países como España, cuya deriva inquieta sobremanera a la Santa Sede. La evolución española - de su sociedad y de sus leyes durante el mandato socialista-es uno de los peores escenarios que puede imaginarse el Vaticano. En Italia - con costumbres muy parecidas a las de España-los políticos no osan desafiar de forma tan abierta la doctrina de la Iglesia.
El anuncio del Papa se produjo durante una jornada muy densa en noticias para el Vaticano. El escándalo de la pederastia sigue dando grandes quebraderos de cabeza, con cierta sensación en Roma de que la Iglesia se ve desafiada en varios frentes. Desde Washington llegó la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos de inhibirse sobre la cuestión de la inmunidad judicial de la Santa Sede en territorio norteamericano. Y desde Bruselas seguía dando coletazos la crisis abierta tras los duros registros policiales efectuados el jueves de la semana pasada.
Y en estas circunstancias fue muy significativo el encuentro que mantuvo el Papa con el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena. El prelado austriaco había lanzado hace un par de meses durísimas acusaciones contra el cardenal Angelo Sodano, ex secretario de Estado del Vaticano y actual decano del colegio cardenalicio, por su pasividad en perseguir a los curas pederastas. Benedicto XVI obligó a Schönborn a pedir excusas a Sodano y luego propició una escena de reconciliación entre ambos. Fue una escena un tanto insólita. También singular fue el comunicado de prensa en el que se recordó que sólo el Papa tiene autoridad para criticar a un cardenal. En los tiempos que corren, lo último que necesita la Iglesia es exhibir fracturas internas. Es momento de cerrar filas.
