´El fracaso de McChrystal (1)´, William R. Polk

El general Stanley McChrystal prácticamente obligó al presidente Obama a destituirle como comandante en jefe de las fuerzas estadounidenses en Afganistán por sus duras críticas al presidente y a diversos altos cargos de su Administración vertidas en un artículo publicado por la revista Rolling Stone.No obstante, antes de la publicación del artículo, el general dio muestras de haber sufrido un mayor tropiezo: reconoció cabalmente que su misión había fracasado.

En un informe secreto, McChrystal señaló que hacía frente a "una insurgencia tenaz y creciente" con tropas escasas, de modo que no contaba con hacer progresos en los seis meses siguientes. A pesar de un gasto de siete millardos de dólares al mes, su estrategia política y militar no funcionaba. A las pocas semanas de su victoria contra los talibanes en Marja, reconoció que el asunto era como una "úlcera sangrante".

Pero la realidad y las cifras son aún más desoladoras. En el distrito rural de Marja, en la provincia meridional de Helmand, viven únicamente unas 35.000 personas en aproximadamente 300 kilómetros cuadrados. Según la teoría contrainsurgente del general David Petraeus, en la que Mc-Chrystal basaba su estrategia, no precisaba más que un soldado por cada 50 habitantes, o menos de un millar de militares, para garantizar la seguridad en esa extensa área. Sin embargo, pese a aplicar 15.000 efectivos, o casi un soldado por cada dos habitantes, Chrystal cosechó fracaso.

Tal experiencia imposibilitó en la práctica un ataque contra Kandahar, que posee una población de casi medio millón de habitantes. La estrategia de Mc-Chrystal en Marja requeriría aplicar efectivamente todas las fuerzas de la OTAN, de tal manera que otras áreas, incluida Marja y tal vez incluso la capital, Kabul, deberían tal vez abandonarse o, en caso contrario, sería menester enviar aún mayores contingentes de tropas.

Cabe preguntarse: ¿por qué no funcionó este envío de tropas relativamente espectacular, unas tropas dotadas como es sabido de una capacidad de ataque impresionante y realmente aplastante?

La primera razón es que casi toda la población aborrece la presencia extranjera en su territorio. El nacionalismo es la idea política más poderosa de nuestra época. La protección del suelo, la cultura, la religión y la población frente a los extranjeros constituye una cuestión de vital importancia en el seno de la insurgencia. Como manifestó el ex director de los servicios de inteligencia pakistaníes, figura de experiencia sin parangón en lo concerniente a los talibanes, los insurgentes afganos creen profundamente en su lucha por su país y por su fe.

McChrystal pensó que podría superar la aversión a los extranjeros comprando a los nativos.

En Marja, la OTAN ofreció emplear prácticamente a toda la población adulta, unos 10.000 habitantes. No obstante, sólo 1.200 aceptaron los empleos ofrecidos.

¿Por qué tan pocos? Al fin y al cabo, la población ha padecido una guerra prácticamente continua a lo largo de treinta años. Muchos habitantes se hallan heridos o enfermos, y algunos al borde de la inanición. Más de uno de cada tres subsiste con el equivalente a menos de 0,30 euros al mes; más de uno de cada dos niños en edad preescolar sufre raquitismo por malnutrición. Son los afortunados; uno de cada cinco niños muere antes de cumplir los cinco años. Evidentemente, la población afgana necesita ayuda, por lo que juzgamos que deberían acoger positivamente nuestros esfuerzos para ayudarles. Pero el caso de Marja demuestra que no es así. Observadores internacionales y de carácter independiente concluyen que se trata de una actitud extendida: la mayoría no nos quiere [ a las fuerzas extranjeras] en su país aunque les llevemos ayuda. E, incluso los que nos quieren se ven disuadidos por los insurgentes.

Las amenazas o ataques de los insurgentes les han puesto al alcance del punto de mira. Y, aunque se diga que las filas de los talibanes se han visto considerablemente mermadas, lo cierto es que siguen apareciendo nuevos insurgentes.

Así, cuanto más territorio capturamos, hemos de hacer frente a más talibanes, porque - como señalan los servicios de inteligencia militar estadounidense-tres de cada cuatro insurgentes luchan en un perímetro de unos 8 kilómetros en torno a sus casas. En Marja, por ejemplo, simplemente fueron al combate "en su propia casa".

La segunda razón del fracaso en Marja estriba en que los insurgentes sabían cómo poder derrotar en su caso a las fuerzas contrainsurgentes. En primer lugar, emplean tácticas guerrilleras: en escaso número y portando armamento ligero, pueden atacar y huir; además, siembran minas, tienden emboscadas, desbaratan movimientos tácticos intentando siempre no ser atrapados. Como dice un relato africano, libran "la guerra entre la mosca y el león". La mosca pica y se va volando. En cuanto al poderoso león, aplasta y de vez en cuando golpea, pero los leones no derrotan a las moscas.

En segundo lugar, los insurgentes se valen de la fuerza de los contrainsurgentes - de su superioridad armamentística-para pelear contra esa misma fuerza. La insurgencia les incita a usar sus armas. Cuando así sucede, la población civil sale perdiendo. Y, cuando resulta malparada la población civil, odia a quien emplea sus armas contra ella. Consciente de ello, Mc-Chrystal intentó contener sus tropas. Pero, como hasta los niños pueden llevar bombas, los soldados dispararon antes y preguntaron después.

Los insurgentes también derrotan al invasor, en tercer lugar, destruyendo a sus fuerzas aliadas. En la actualidad, en Afganistán los talibanes amenazan o matan a quienquiera que colabore con la OTAN o con el gobierno de Kabul. A continuación, lo reemplazan. Como indica un reciente estudio del gobierno estadounidense, han creado "un amplio gobierno paramilitar en la sombra (…) en buena parte de las 34 provincias de Afganistán". Y dan pruebas de ser más honrados que el gobierno que han sustituido. Por ejemplo, administran justicia: a diferencia de los tribunales del país, donde los procesos se eternizan y los funcionarios cobran sobornos, los tribunales talibanes no consienten sobornos y dilaciones: la ley islámica según la costumbre afgana es de aplicación inmediata.

Tales tácticas se revelan eficaces. Pero ¿cómo van las operaciones en curso?

La respuesta es mala y a peor. En el 2009 hubo 8.159 incidentes con presencia de explosivos de fabricación casera (IED, improvised explosive device)mientras que en los cuatro primeros meses del 2010 ya se registró la mitad de tales incidentes.Según Bill Mayville, general de división y jefe de operaciones de la OTAN, "el asunto no huele a victoria". Cunde la opinión de que nos deslizamos rápidamente hacia el fracaso.

Aunque sea posible evitar la derrota, el presidente Obama quiere que los combates finalicen antes de presentarse a la reelección dentro de dos años. Pero Mc-Chrystal ya reconoció que no abrigaba esperanzas de poder cumplir este calendario. Habría fracasado. Fue destituido.

Entre tanto, aumenta la cifra de heridos graves y muertos y se incrementa el gasto. Nadie puede decir su monto porque se prolongará durante más de una generación, pero sólo los gastos directos exceden el billón de dólares. Básicamente los sufragan los estadounidenses, pero la cuestión también afecta a los europeos. Y, según los sondeos de opinión, el 72% de los británicos, el 62% de los alemanes y más de la mitad de los españoles quieren que sus tropas regresen a casa inmediatamente.

 

4-VII-10, William R. Polk, miembro del consejo de planificación política del Departamento de Estado durante la presidencia de John F. Kennedy, lavanguardia