´Lo prometido es deuda, ¿eh?´, Quim Monzó

Mira por donde, igual la jugada podría acabar saliendo redonda. La semana pasada el Parlament aprobó la ley del Cine, que establece que, de aquellas películas cuya versión original no sea en catalán o en español, la mitad de las copias que se exhiban en Catalunya estén dobladas o subtituladas en catalán y la otra mitad en español. Es una ley que, como era previsible, molesta por un igual a neofranquistas y a conformistas, que opinan que los catalanes tienen lo que se merecen (si lo que tienen es nefasto) y que (si no es nefasto del todo) entonces son unos radicales si, tras bajarles los pantalones, ponen reparos a pagar la vaselina.

Que a los exhibidores esta ley les repatea los hígados es sabido desde hace tiempo. El 1 de febrero hubo un cierre patronal, que algunos medios llamaron huelga porque, a pesar de no serlo, queda más izquierdoso y eso les interesaba. Para añadir aún más ridículo a la pantomima, el día escogido (ese 1 de febrero) fue lunes, el día de la semana que menos gente va al cine. Francamente, si lo que los exhibidores querían era dar un gesto de valentía, de valentía hubo poca.

Ahora son las distribuidoras estadounidenses las que, para mostrar su desacuerdo, dicen que estrenarán menos y que lo que estrenen será en versión original. Leo en El País:"Ni en castellano ni en catalán, el cine de Hollywood se verá en inglés en Catalunya. Luis Hernández de Carlos, presidente de Fedicine, que agrupa a las principales distribuidoras estadounidenses, ha anunciado esta mañana que acatarán la ley del Cine aprobada ayer en el Parlament evitando el doblaje y también el subtitulado. ´Habrá menos estrenos y los que haya serán en versión original´, ha afirmado. Es decir, en inglés".

¿Y por qué igual la jugada podría acabar saliendo redonda? Pues porque, si la promesa de las distribuidoras estadounidenses se cumple, tendremos por fin estrenos en versión original, sin subtítulos ni mandangas. Es esa una medida que sin lugar a dudas complacerá a los sabidillos que se han pasado años despotricando contra el doblaje cuando la propuesta era doblar al catalán (y callando como putas cuando las películas se doblan al español, día tras día, una tras otra). Pues, mira, al final ni doblajes ni bobadas. Cine en versión original, y sanseacabó. Llegados a este punto, lo que me gustaría es ver la cara de moniato que les queda a todos esos que pierden el culo por enviar a sus hijos a estudiar inglés a Inglaterra o a Irlanda y que, en cambio, durante el año, ni locos los llevan a ver cine en versión original, pobrecitos, no se fuesen a herniar. Con la nueva ley se habrán acabado tantas tonterías. Al cine, en inglés y sin subtítulos. Siempre y cuando las distribuidoras estadounidenses cumplan su amenaza, cosa que dudo, porque me da que estos también son unos bocazas que al final no acaban cumpliendo lo prometido.

7-VII-10, Quim Monzó, lavanguardia