´Cuestión de cintura´, Modest Guinjoan

Alemania 15-59-26, frente a 44-24-32 España. Que nadie se imagine un contraste de medidas de modelos. Nótese que suman 100. Son en el 2009, según la OCDE, los porcentajes de población activa que tienen, por este orden, tres niveles de formación, 1) preprimaria, primaria y baja secundaria, 2) alta y postsecundaria no terciaria y 3) terciaria o superior. Si convenimos que son medidas del cuerpo laboral, es fácil deducir que el alemán tiene un gran tronco, mientras que el español, y catalán, tiene grandes piernas y es cabezón. También Francia, Italia o Gran Bretaña tienen un gran tronco, de 44-46, casi el doble del español. Dado el contraste, me permito apuntar unas ideas para cada nivel educativo.

En el gran peso del nivel de menos formación debe de haber influido un abandono escolar del 30%, el doble que nuestros socios europeos. Un auténtico fracaso de las familias en acompañar a sus hijos, y también del modelo educativo. Otra explicación descansa en el flujo inmigratorio de la última década, mayormente formado por personas de baja cualificación. La falta de criterio en esta delicada materia por parte de los gobernantes - AznaryZapatero-y la política de puertas abiertas las aprovechó el sistema para proveerse de mano de obra barata y engrosar el colectivo de menor nivel educativo (y ahora de mayor tasa de paro), sin que nadie calculara costes y beneficios para la sociedad. Llegada la crisis, se da el contrasentido de que el sector público paga para que los inmigrantes vuelvan a sus países.

Vayamos a la cabeza. Seguro que no es malo tener grande esta parte del cuerpo, y aún lo es menos a nivel individual. Solamente que parece que el mercado no requiere una cabeza así. Muchos titulados han de aceptar puestos de trabajo y salarios que no se corresponden con sus estudios, porque no hay suficiente oferta de trabajo de lo suyo. Una formación superior muy subvencionada genera ineficiencias, y tal vez debiera acercarse mucho más el precio al coste, introduciendo mayores apoyos (becas, créditos) a los más capaces y a los que más lo necesitan. También ha engrosado la cabeza el hecho de que socialmente lo mejor es titularse, por prestigio y por rendimientos futuros, sin caer en que el mercado puede ir por otros derroteros. También hay titulados que lo son no por vocación, sino porque estudiando aplazaron su entrada en el mercado de trabajo.

Respecto al tronco, el nivel educativo intermedio, resulta delgado. El sistema educativo no ha sabido conectar con la empresa, tan necesitada de este tipo de formación. Entre los que persiguen estar en la cabeza y los que se quedan en la base, esta parte del cuerpo queda desatendida. El resultado es que hay que ir a buscar torneros a Hungría, o que puedes encontrarte en un restaurante medio con un camarero con licenciatura al lado de otro que no te entiende, y que te trae pescado cuando pediste un entrecot. Dado que tener una cintura laboral ancha no parece malo, y esto no se consigue de hoy para mañana, no estaría de más un debate sobre ello, y en su caso empezar a alimentar el cuerpo para que en 20 años no nos hayamos desfigurado aún más.

9-VII-10, Modest Guinjoan, economista, lavanguardia