īTest para antes de votarī, Norbert Bilbeny

...Quizás lo que hubo, y lo que hay, no es desafección; sino rechazo, sin más, por la política. O mejor, por los políticos.

De manera que los ciudadanos confiesan sin tapujos: "Yo esta vez no iré a votar". Otros: "Iré, pero no sé por quién votaré". Otros más: "Sé a quien votaré, pero será a disgusto". Algunos: "Voto al contrario, para castigar a los míos". Algunos más: "Votaré a quien no votaría, sólo para que no salga el que saldría". Y bastantes: "Yo ya me paso al voto en blanco". Pocos, en definitiva, son los que tienen muy claro que votarán a los suyos. Aunque la mayoría votarán a los suyos. Como es regla general. Y este es el panorama...

Cada uno puede aplicarse el test que propongo a continuación. De entrada, admítase que tenemos un partido que preferimos al resto. A veces por convicción, otras como opción por el mal menor, o la mayoría de las veces por una difusa simpatía sin ganas de cambiarla. Cambiar de voto sería como cambiar de personalidad. Pues una vez aceptado eso, permita que se le pregunte lo siguiente: 1. ¿Es usted del parecer que su partido favorito podía haber hecho mucho más para ayudar a salir de la crisis y de confianza en que nos encontramos?; 2. ¿Rechaza los casos de corrupción en que pueda estar involucrado el partido con el que simpatiza?; 3. ¿Le parece que este partido mira más por sus intereses electorales que por los del país en general?, y 4. ¿Le pesa que su partido haya seguido poco su programa electoral e incumplido parte de sus promesas?

Si usted responde que sí a todas o la mayoría de las preguntas, queda claro que no debe votarlo, y que si lo hace su conducta será incoherente e irresponsable. Si responde que no a todas o la mayoría, vótelo, pero antes piénselo dos veces. Si no se engaña, felicidades por el partido y por usted. Si se engaña, allá usted, y pobres de nosotros. En el sí y en el no, piense no obstante que puede haber otro partido que supere mejor el test y quizás interesarle. Si tampoco es así, vote en blanco, que es voto igualmente, y está muy claro.

9-VII-10, Norbert Bilbeny, lavanguardia