´Vientos del este´, lavanguardia

Las dos últimas ampliaciones de la Unión Europea (UE) fueron diseñadas para cicatrizar las heridas abiertas por la Segunda Guerra Mundial y para borrar la división provocada por la guerra fría. Durante cuatro decenios, el telón de acero dividió el continente entre un oeste rico y democrático y un este pobre y bajo control soviético. Pero cuando el muro de Berlín se desplomó en 1989, la Unión Europea, que se las prometía muy felices, se comprometió a ensanchar el club por su frontera oriental. Fue, en palabras de los comunitarios, una decisión necesaria, tanto moral como políticamente, con el objetivo de reunificar Europa y ampliar la estabilidad.

La construcción europea comenzó en los años cincuenta con una tarea política inequívoca: evitar otra guerra como las tres que Alemania y Francia protagonizaron entre 1870 y 1945. La Segunda Guerra Mundial estalló en el este, con la invasión de Polonia por parte de Alemania. Yel reingreso de Polonia en Europa simbolizó la culminación de un objetivo histórico. El año 2004 fue doblemente significativo para cinco de los diez países que ingresaron en la Unión Europea. Eslovaquia, Eslovenia y las tres repúblicas bálticas (Lituania, Letonia y Estonia) también ingresaron en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el adversario del bloque militar soviético al que estos países (la excepción es Eslovenia) habían pertenecido durante cuatro decenios. De esta manera, los países del antiguo este comunista dieron un giro copernicano.

Seis años después de la primera ampliación oriental, a la que después siguió el ingreso de Rumanía y Bulgaria, los vientos de inestabilidad política y económica procedentes del este provocan inquietud en Bruselas. En la República Checa, los euroescépticos capitaneados por el presidente Václav Klaus dificultaron la ratificación del tratado de Lisboa. En Polonia, la posición euroescéptica de los hermanos Kaczynski hizo tres cuartos de lo mismo hace cuatro años; y ahora no es seguro que el liberal Bronislaw Komorowski le gane la presidencia a Jaroslaw Kaczynski. En Rumanía, los recortes sociales hacen tambalear al Gobierno. En Hungría, la insinuación, por parte del nuevo Gobierno, de que el déficit público es mayor de lo reconocido ha provocado tensiones en los mercados. En Lituania se registró el año pasado el mayor retroceso del PIB que se ha conocido en todo el mundo. En Eslovaquia, con una importante minoría húngara en su suelo, se han alterado gravemente los ánimos con la decisión del Gobierno de Budapest de conceder la ciudadanía a los húngaros que viven en el extranjero. Y en Bulgaria, la corrupción y el crimen organizado se han convertido en un gravísimo quebradero de cabeza para la Unión Europea. En este contexto, ya no cabe recordar que políticos como Jacques Delors, antiguo presidente de la Comisión Europea, aconsejaron poner la cohesión por delante de la ampliación. El problema actual es que la inestabilidad del este puede añadirse a la grave crisis económica y política que padece la Unión Europea.

24-VI-10, lavanguardia