´Televisores ahorcados´, Víctor-M. Amela

¿LÍMITES?
Susanna Griso conduce con elegancia y buen pulso Espejo público a propósito de un reality show en el que uno de sus concursantes accedía a actuar como un perro-Espejo público convocó un debate con la pregunta "¿Hay que poner límites a la tele?" Invitado al debate, compartí un instante agradable y breve. Completo tanta brevedad con unas líneas aquí acerca del arduo asunto, a saber: soy partidario de que los límites a la televisión los trace el Código Penal vigente, la responsabilidad personal y la educación. Si alguien desde la tele infringe algún tipo penal, actúese de oficio o de parte contra el infractor (uno, Código Penal). Si alguien en la tele acepta simular ser un perro y alguien en casa decide verlo, allá ellos (dos, responsabilidad personal). Y si aspiramos a formarnos como telespectadores conscientes y soberanos, ¡fomentemos una educación logocéntrica!, una educación en que impere la lectoescritura, única herramienta con la que podemos encapsular la realidad para hacerla inteligible y poder dominarla (y tres, educación). Si no, queda el camino delimitador de censurar esa actividad intelectual y creativa que es - al cabo-la televisión. Pero si aceptamos esa restricción para la televisión, ¿cuánto tardaríamos en aplicarla a los poemas? ¿Y a las novelas? ¿Por qué no prohibir o expurgar Lolita,de Nabokov, tan incómoda, como en el Teherán de los ayatolás? ¿Cuánto tardaríamos luego en subir escotes, bajar faldas y ahorcar televisores de las ramas de los árboles, como ya vimos en el Kabul de los talibanes? Cuidado con los límites, a la tele, que lo carga el diablo.

LIBERTAD.
La libertad entraña riesgos, pero los prefiero a la supuesta seguridad del normativismo. Y no hay riesgo mayor que el de clamar que venga alguien a salvarnos de nosotros mismos. Por ejemplo, a mí puede disgustarme la metástasis balompédica que padecen los informativos televisivos, pero no pido una norma exógena que imponga límites al respecto: son nuestros apetitos los que perjudican a la televisión (no al revés), y ojalá cambien esos apetitos. Y si no, pues nada.

PARADOJAS.
Y remato de chilena con un par de paradójicas ideas de autor: "La televisión te entretiene en el salón de tu casa con personas que jamás invitarías al salón de tu casa" (David Frost). Es así, pero no desesperemos: "Lo mejor de la televisión es que lo peor está siempre por llegar" (Jack Goul).

25-VI-10, Víctor-M. Amela, lavanguardia