“Cuando fui a ver a mi marido, me dijo que su celda parecía un ataúd. Me dijo que había intentado suicidarse, que se había puesto a chillar y que los carceleros creyeron que estaba loco. Lo llevaron a una celda de aislamiento”. Amnistía Internacional (AI) ha recogido esta historia en su informe From protest to prison–Iran one year after the election. La cuenta la esposa de Ahmad Zeidabadi, periodista iraní, promotor de reformas y defensor de los derechos humanos, condenado a seis años de prisión. Se trata de uno de los centenares de casos que AI denuncia estos días: el sábado, el controvertido gobierno de Ahmadineyad cumple un año en el poder. Según el informe, el gobierno iraní se ceba con sus disidentes: políticos, periodistas, universitarios, cineastas, abogados, clérigos... cinco mil personas han sido detenidas y encarceladas en este año. “Mientras silencia a los disidentes, Irán intenta evitar el examen de la comunidad internacional”, dice Claudio Cordone, secretario general de AI. Torturas, violaciones, simulacros de ejecución, todo vale en Irán a la hora de arrancar confesiones. 10-VI-10, S. Heredia, lavanguardia
