México: terribles consecuencias del prohibicionismo

"¿Cómo se grita en Juárez? ¡Todos al suelo! ¿Cómo se grita en Chihuahua? ¡Todos al suelo! Y ¿cómo se grita en el norte? ¡Todos al suelo!", dijeron al unísono más de mil boy scouts mientras se tomaban una foto con Margarita Zavala, esposa del presidente de México. La consigna, encabezada por jóvenes de Ciudad Juárez, congeló la sonrisa de la primera dama, que el sábado asistió a la clausura de una convención panamericana de niños exploradores en Tepoztlán, estado de Morelos. "Queremos que se sepa que no estamos tan felices de vivir así, en guerra, entre militares e integrantes de organizaciones criminales", dijo uno de los muchachos.

¿Ha sido el Estado mexicano sobrepasado ya por la fuerza desestabilizadora, la capacidad organizativa, la implantación territorial y el poder de fuego de los carteles de la droga?



El debate, que late en la sociedad mexicana desde que la guerra del presidente Felipe Calderón contra el narcotráfico comenzara a arrojar cifras abrumadoras de muerte y destrucción, se abrió de manera franca tras la explosión de un coche bomba la madrugada del viernes en Ciudad Juárez (fronteriza con EE. UU.), que causó la muerte de cuatro personas (entre ellas, dos agentes federales) y numerosos heridos.

Las autoridades mexicanas -que ya están recibiendo apoyo in situ de investigadores del FBI- creen que la carga explosiva fue detonada por el grupo La Línea, brazo armado del cartel de Juárez, como represalia por la detención horas antes de su líder. Los capos mexicanos nunca habían recurrido antes a una acción semejante y sus nuevos métodos dispararon todas las señales de alarma, en un fin de semana sangriento.

Sólo de viernes a domingo, la violencia ligada al narco ha dejado al menos 24 muertos en cuatro estados de la República distintos y distantes. En Coahuila (norte), un comando de hombres armados irrumpió en una fiesta de cumpleaños y abrió fuego contra los asistentes: murieron 17 personas y nueve resultaron heridas. En Jalisco (oeste), un comandante de la policía fue asesinado y cuatro agentes sufrieron heridas por los disparos de sicarios desde automóviles en marcha; al parecer los agresores habrían utilizado también una granada de fragmentación.

En Guerrero (sudoeste) hombres armados emboscaron y ejecutaron a cuatro policías rurales. En Nuevo León (nordeste) un grupo atacó con fusiles de asalto varias patrullas policiales y mató a dos agentes; los hechos coincidieron con la visita del secretario de Gobernación (Interior), Francisco Blake, quien reafirmó la vigencia de la hoja de ruta gubernamental en el combate contra los carteles. "Vamos a seguir trabajando; las estrategias ya están definidas, las acciones están puestas y siguen en marcha. Lo que vamos a hacer es darles efectividad y fluidez", declaró.

El procurador (fiscal) general de la República, Arturo Chávez, se apresuró a acallar las voces que cuestionan el plan de guerra y sostienen que el narcoterror ya se instaló en el país. "No tenemos ninguna evidencia de narcoterrorismo (...), el motor dinámico de la delincuencia es la ambición, no es un tema de ideología", dijo, para luego admitir que los barones mexicanos de la droga han desarrollado un fuerte control territorial, cooptando y sobornando autoridades y acumulando poder, "no sólo económico, también político".

En tanto, el senador y ex candidato presidencial del PRI, Francisco Labastida, advirtió que, si el presidente Calderón no admite y corrige los errores en la lucha contra el crimen organizado, la escalada de violencia puede llegar a los niveles que se vivieron en la peor época del narcotráfico en Colombia. "En el gobierno federal dicen que se va a continuar haciendo lo mismo, lo que denota arrogancia e incapacidad para la autocrítica".

Durante la actual administración se han registrado 24.826 muertes vinculadas a los narcos; 7.048 en lo que va de año.

19-VII-10, E. Sabartés, lavanguardia