´¿Rectificando?´, Pedro Nueno

Publiqué un artículo en el que decía que deberíamos despedir a 100.000 funcionarios. Me equivoqué y pido perdón. Hubo algunos funcionarios, sobre todo profesores, que se enfadaron mucho. De la crítica y de los errores aprendes. Tenían razón, la cifra de 100.000 funcionarios que reducir era incorrecta. La realidad es que me quedé muy corto. Deberíamos reducir en muchos más de 100.000 funcionarios. Pero es cierto que no se puede generalizar. Un alto funcionario, de los buenos, me explicó que su secretaria, Natalia, era excelente, trabajaba lo que hiciese falta y muy bien y se había enfadado con mi artículo. Y tiene razón. Ella y muchos funcionarios trabajan duro y bien y lo que sea necesario. Algún alto funcionario sabe que hasta le he sugerido pagar un bonus a su gente porque hay aquí y allá grupos de funcionarios eficientes, motivados y superactivos, y eso se sabe.

Pero en conjunto tenemos tres millones de funcionarios y añadimos 60.000 nuevos al año incluso en estos momentos difíciles. La culpa no es de ellos. Llega un político, se trae a unos de su confianza y deja medio desocupados a otros que estaban allí y eran válidos. Luego a este político le sucede otro y repite la jugada. Al final hay que irse a otro despacho más grande. Si luego un contribuyente necesita algo de ese ministerio y cae con uno de los funcionarios desconectados,este o esta no le dirá: "Vaya usted a mi compañero del piso de arriba, que es el que habla con el jefe" ; lo que hará es hacer ver que le atiende, ir pidiéndole papeles y entretenérselo entre manos porque así, con la mejor intención del mundo, se engaña creyéndose que trabaja. Hay casos de profesores que ganaron unas oposiciones en el año 1978, no se les puede aguantar en clase, y ahí están.

Pero al lado de ellos los hay que podrían ser premios Nobel. Nadie debería tener la silla asegurada si no hay resultados satisfactorios: alumnos contentos, libros con salida, conocimientos nuevos aplicables. Por otro lado, yo estoy muy satisfecho de pagar por el servicio que he de agradecer a los Mossos, por ejemplo. Explico con orgullo por el mundo que tenemos una sanidad de las mejores y hace unos días el doctor Josep Piqué del hospital Clínic hablaba en mi escuela de Shanghai al lado del decano de la Escuela de Sanidad de la Universidad de Yale. Pero llevo más de un año con problemas para circular hasta mi casa por una ampliación de aceras y un cambio de árboles y de canalizaciones absolutamente innecesarios, un despilfarro increíble, en los que muchos días no trabaja nadie, pero las calles están levantadas y cortadas. Y eso depende de funcionarios que no saben qué hacer y necesitan que esa obra dure mucho tiempo.

Yo pretendía que todos nos pusiéramos las pilas y aligerásemos y dinamizásemos el sector público. Si nos lo proponemos, esto marcha. No esperemos a que la recuperación sea titular de portada. Lo mejor ya habrá pasado entonces. Privatizar los aeropuertos, por ejemplo, sería una forma de llevar un montón de dinero al Estado sin machacar más al contribuyente, que es quien acaba pagándolo todo. Cosas así nos animarían a todos.

20-VI-10, Pedro Nueno, lavanguardia