īPatraņa de niņatosī, Joan Golobart

Hace algunos meses escribí un artículo sobre el falso fair play que se estaba instaurando en el fútbol. Lamentablemente, parece que esta moda se va trasladando a otros deportes, hasta desembarcar, de manera patética - a mi entender-,en el ciclismo. Por ese motivo, suscribo letra a letra las declaraciones de un indignado Carlos Sastre: "Estamos haciendo del ciclismo una patraña de niñatos". Personalmente, iría mas allá y manifestaría que estamos haciendo del deporte una patraña de niñatos consentidos e hipócritas.

Practicar un deporte da lugar inmediatamente a un enfrentamiento con rivales. El deporte es una actividad competitiva donde uno no sólo trata de superarse a si mismo, sino que muchas veces el único objetivo es superar a tu rival. Y durante esa actividad uno sabe que hay una serie de factores, en muchas ocasiones incontrolables, que pueden influir notablemente en el rendimiento. Y, entonces, cuando estas circunstancias aparecen, tu rival puede vencer. Esos factores son diferentes según el deporte que uno practique. Por ejemplo, en el ciclismo uno puede estar a tope, pero un pinchazo, una caída, una salida de cadena o un corte por el viento puede hacer que pierdas un tiempo precioso. En la F-1 surgen problemas con los neumáticos, con colisiones, con las paradas en pit-stop.En el tenis te puedes encontrar mal, el árbitro puede tomar decisiones erróneas, un rival puede exigirte un partido maratoniano y eso puede hacer que al día siguiente sea imposible que derrotes al siguiente rival. En fin, cada deporte tiene una serie de condicionantes que pueden ser negativos; los practicantes lo saben y hay que saber vivir con ellos y asumirlos con dignidad.

Esto es lo que se ha hecho durante muchísimos años en la práctica deportiva. Pero, de repente, ha surgido la moda del fair play mal entendido. Con esto, cualquier deportista que se siente perjudicado por un factor que entiende que no forma parte de su responsabilidad exige a su rival que no cobre ventaja por ello. Es curioso: el fair play ha pasado de ser un derecho del que quiere ejercerlo a una obligación exigida por el posible perjudicado. Me pareció patética la cara y las declaraciones del Schleck cuando perdió el liderato el día que se le salió la cadena. Es evidente que muy contento no podía estar, porque perder el maillot amarillo por este motivo es triste. Pero que su enfado y sus declaraciones se debiesen a que Contador no le había esperado es incomprensible.

Puede que les parezca muy duro, pero me dio la sensación de que, como deportista, no sólo perdió el maillot amarillo, sino un poco de su dignidad. Ya lo leímos en La Contra en la que Jorge Barudy manifestaba respecto a la educación que damos a nuestros hijos: "A los niños se les hace creer que sus deseos son sus derechos", decía.

Pero también creo que Contador es un individuo muy listo y pícaro. Ha entrado en el juego porque socialmente es necesario, es lo que está de moda. Aunque también ha quedado claro que pese a que no le disputó la etapa del Tourmalet a Schleck, no le ha devuelto los 39 segundos que le sacó.

Siguiendo esta nueva tendencia del fair play,podríamos exigir que cuando a Alonso le rompan un alerón, Hamilton lo espere. Incluso podríamos crear en la F-1 el coche del fair play para que salte al circuito en cualquier percance en el que un piloto salga perjudicado y evite que alguien cobre ventaja. Incluso podríamos trasladarlo al Mundial de motos con una moto del fair play,o al Tour, con su bici del fair play. Dejémonos ya de comportamientos de niñatos y asumamos lo que tenemos que asumir. Y dejémonos de hipocresías como la de la final del Mundial de Sudáfrica, en la que te devuelven un balón como gesto de cortesía y luego te machacan el pecho con los tacos, como le sucedió a Xabi Alonso.

24-VII-10, Joan Golobart, lavanguardia