cul-de-sac afgano para USA

Lo había pedido antes, pero sin convencer a nadie: Afganistán estará listo para hacerse cargo de su seguridad en el 2014. Ayer, su presidente, Hamid Karzai, lo repitió ante los delegados de 65 países - "estamos decididos", dijo-y esta vez la comunidad internacional, más esperanzada que convencida, le tomó la palabra.

La fecha del 2014 para que los afganos lideren y conduzcan todas sus operaciones militares - lo que no implica la retirada de las tropas de la OTAN-figura como objetivo común al final de la novena gran conferencia en nueve años sobre el futuro del país, que se celebró ayer en Kabul.

Su objetivo: renovar el pacto de la comunidad internacional con Karzai, reelegido en otoño en unas elecciones bajo sospecha, y presionarle para acelerar una transición que no llega y cuya lentitud exaspera tanto a la población local, que no ve mejoras en sus condiciones de vida, como a los países que tienen tropas desplazadas. Junio ha sido el mes más mortífero en los casi nueve años que dura la misión.

La conferencia internacional, con presencia de la secretaria de Estado de EE. UU., Hillary Clinton, se prolongó durante seis horas y tuvo lugar por primera vez en suelo afgano. Las férreas medidas de seguridad que se decretaron en la capital no impidieron un ataque con cohetes contra el avión en el que viajaban el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Mun, y la delegación sueca, encabezada por el ministro de Exteriores, Carl Bildt. El avión tuvo que desistir de aterrizar en Kabul y se dirigió a Bagram. Finalmente, Mun y Bildt fueron llevados en helicóptero al centro de Kabul de madrugada.

Washington y Londres coincidieron en destacar que el objetivo de transferir la responsabilidad a los afganos en el 2014 es realista y compatible con la decisión de Barack Obama de empezar a retirar tropas dentro de un año. Su cumplimiento dependerá del éxito en varios frentes: las operaciones antiinsurgencia de los 100.000 soldados bajo el mando de la OTAN, el programa de formación de la policía y el ejército nacional afganos y el plan de Karzai para que algunos combatientes dejen las armas y se reinserten en la sociedad.

Con todo, la presencia de las tropas internacionales, bajo mando de la OTAN, "sólo acabará cuando los afganos puedan mantener solos su seguridad". Así lo afirmó el secretario general de la organización, Anders Fogh Rasmussen. Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, en Kabul, de donde los soldados de la Alianza Atlántica no se han retirado aunque desde el 2008 formalmente las fuerzas de seguridad afganas están al mando. Clinton reiteró el deseo de EE. UU. de empezar a retirar parte de sus tropas en julio del 2011. "No tenemos intención de abandonar nuestro objetivo a largo plazo de lograr un Afganistán estable, seguro y en paz", insistió, sin embargo, la jefa de la diplomacia estadounidense.

La cita de Kabul ha servido para acordar pasos muy concretos en la devolución de la soberanía nacional a Afganistán. Además de respaldar su objetivo de hacerse cargo de la seguridad en menos de cuatro años, la comunidad internacional aceptó la petición de Karzai de empezar a controlar una mayor parte de los fondos de ayuda al desarrollo que se destinan al país y que hoy en día canaliza en un 80% a través de agencias internacionales y ONG.

El argumento esgrimido para que hasta ahora se haya hecho así es que el Gobierno afgano es demasiado corrupto para manejar las ayudas. En los últimos meses, sin embargo, varios expertos internacionales han denunciado que la otra vía tampoco garantiza que el dinero llegue a los afganos. Así las cosas, la comunidad internacional dio ayer un voto de confianza al presidente Karzai y aceptó que en el plazo de dos años el Gobierno afgano controle el 50% de la ayuda internacional al país, estimada en un total de 13.000 millones de dólares.

"Es hora de concentrar nuestros esfuerzos en un número limitado de programas nacionales y proyectos que transformen la vida de nuestro pueblo y refuercen la unión entre el Estado y el ciudadano", reclamó Karzai. La respuesta positiva de la comunidad internacional supone un importante respaldo al presidente, con quien parece resignada a entenderse.

No todo fue unanimidad en la conferencia. El punto discordante lo puso el ministro de Exteriores iraní, Manuchehr Mottaki, que ayer insistió en que "pese al incremento de fuerzas extranjeras, la situación de la seguridad empeoró ynohay perspectivas de mejora en el futuro".

21-VII-10, B. Navarro, lavanguardia

No os abandonaremos. No os venderemos. Hillary Clinton quiso arropar a las mujeres afganas, a quienes aseguró que unas eventuales negociaciones con los talibanes para lograr la paz - y permitir la retirada de las tropas internacionales-no se llevarán por delante los derechos femeninos. "La paz y la justicia son muy importantes - afirmó ayer la secretaria de Estado norteamericana-.Pero no puede llegar a costa de las mujeres".

Clinton lo dijo ante un grupo de prominentes mujeres afganas en la embajada de EE. UU. en Kabul. Junto a ella estaba Catherine Ashton, jefa de la diplomacia europea. Las afganas traían un mensaje: su miedo a que las negociaciones del Gobierno de Hamid Karzai y la OTAN con los insurgentes se salden con concesiones en los derechos femeninos y el retroceso al oscurantismo talibán. Temen que, en su prisa por salir del avispero que se ha convertido Afganistán, la comunidad internacional las venda al enemigo.

"Las mujeres afganas hemos perdido a nuestros maridos, a nuestros hijos, perdimos el derecho a ir a la escuela... Merecemos la paz más que nadie - dijo a Clinton Fuzia Kufi, ex portavoz del Parlamento afgano-.Pero queremos una paz con justicia". Kufi aseguró que Karzai parece estar replanteándose viejas promesas. "El ánimo ha cambiado. Ahora en palacio sólo se habla de reconciliación y reintegración". Mary Akrami, fundadora de un centro de educación para mujeres, advirtió de que los derechos femeninos ya se han erosionado. "Las leyes las hacen hombres sin presencia de mujeres, no respetan nuestros derechos. Queremos formar parte del futuro de Afganistán".

Clinton las escuchó, les dijo que comprendía y compartía su inquietud, y subrayó su "compromiso personal" con la causa femenina. "Tenemos una línea roja, es muy clara. Quien quiera participar en el proceso de paz no sólo deberá renunciar a la violencia y aceptar el juego democrático, sino también acatar el conjunto de la Constitución afgana, que garantiza los derechos de las mujeres".

Poco después, ya en el estrado y ante los representantes de 70 países y organizaciones internacionales reunidos para la conferencia sobre el futuro de Afganistán, la secretaria de Estado insistió: "He participado en proceso de reconciliación en los Balcanes, Irlanda del Norte, Áfricay América Latina. Hablo desde la experiencia al decir que el trabajo de las mujeres afganas y de la sociedad civil será esencial para el éxito de este país". Clinton subrayó "la importancia de la promesa hecha por Karzai de que los derechos de las mujeres, las minorías étnicas y la sociedad civil no serán sacrificados".

Clinton anunció que EE. UU. destinará 37 millones de dólares en los próximos cuatro años para aumentar el número de mujeres en la sanidad, como comadronas. Según un informe de Save the Children, Afganistán es el peor lugar en el mundo para ser madre. La tasa de mortalidad materna es una de las más altas, con una de cada ocho mujeres fallecidas durante el embarazo o el parto.

21-VII-10, red/agcs, lavanguardia