complicidad del sistema penal mexicano con el narcoPoder

No es el manicomio de  Arkham, en Gotham City, que controlan los orates enemigos de Batman. Tampoco una historia engendrada por la mente de H. P. Lovecraft. Es sólo un fruto más de la abrumadora realidad mexicana, que sobrepasa ya la ficción más siniestra. En este relato verdadero, el psiquiátrico ya no es tal: se trata de una cárcel. Y los lunáticos no son (técnicamente) eso, sino guardias armados hasta los dientes que, bajo las órdenes de una joven alcaide, custodian a cientos de reos de alta peligrosidad. Entre los internos hay numerosos narcotraficantes; gente del cartel del Golfo y de Los Zetas, esa temible banda de ex militares de élite que actúa como brazo armado de los barones de la droga.

Gómez Palacio, en el estado norteño de Durango, es uno de los penales más conflictivos del país. No hace ni un año, recién nombrada directora Margarita Rojas, un enfrentamiento entre funcionarios e internos dejó 20 muertos. Esta vez, sin embargo, la masacre no ocurrió intramuros sino en el municipio vecino de Torreón; aunque la perpetró un grupo de reclusos, en una razzia milimetrada, para luego regresar su Centro de Readaptación Social (Cereso).



Porque así se llaman oficialmente las cárceles mexicanas. Y por la puerta de este Cereso n º 2 de Gómez Palacio salió el comando de sicarios que la madrugada del pasado domingo irrumpió en una fiesta de cumpleaños que se celebraba en la hacienda Italia Inn de Torreón y disparó contra los asistentes, dejando un rastro de 17 cadáveres y una treintena de heridos. Fue descrita como una operación quirúrgica y brutal - aunque no la primera-planeada al parecer en las celdas del presidio, con la inestimable asistencia logística de la directora de la institución y su equipo de jefes de seguridad, todos ellos bajo arresto desde el pasado lunes, una vez que el secretario de Gobernación (Interior), Francisco Blake, yel portavoz de la Procuraduría (Fiscalía) General de la República, Ricardo Nájera, revelaran conjuntamente el contubernio entre reclusos y carceleros.

Según explicaron a una estupefacta opinión pública, el pelotón de asesinos cumplía sus ejecuciones como parte de ajustes de cuentas contra integrantes de bandas rivales vinculadas al narcotráfico. El grupo "salía por las noches, en vehículos oficiales y con armas de los custodios, para cumplir asesinatos por encargo", precisó Nájera, quien también dio detalles sobre cómo se descubrió el pastel. Fue en el ciberespacio  medio muy socorrido por los carteles para lanzar sus mensajes intimidatorios- donde los agentes que combaten el crimen organizado localizaron un vídeo colgado en Youtube. En las imágenes se observaba una suerte de interrogatorio que presuntos zetas aplicaban a un policía de Lerdo, ciudad aledaña a Gómez Palacio. El agente daba testimonio del complot y explicaba con detalles que la alcaide Rojas -nombrada este 2010 Mujer del Año por el gobernador de Durango- daba a los sicarios total libertad de movimientos y les proveía de armamento y camionetas.

Para ese momento, la opinión pública se pellizcaba, tratando de despertar de la pesadilla. Pero todo había sido un cuento cierto. Una historia para no dormir.

29-VII-10, E. Sabartés, lavanguardia