´El primo de Zumosol´, Màrius Carol

Tiene la altura de Crispín, gana en flexiones a Goliat, pero aspira a ser el Capitán Trueno. Aznar en la frontera de Melilla optaba a ser el trasunto del héroe medieval creado por Víctor Mora, aquel que en las páginas del tebeo gritaba: "¡Santiago y cierra España!". Dispuesto a combatir al infiel, el Capitán Trueno-Aznar, con una mandíbula tan joseantoniana como el personaje dibujado por Ambrós, el mismo porte de caballero español y un coraje propio de quien ha hecho una cruzada (en Iraq), abandonó su tumbona tan pronto como se enteró de que Mohamed VI acechaba Melilla en el ecuador de la canícula. La jubilación anticipada de los paladines tiene esas cosas: a la hora del telediario se enteran adormecidos de que el monarca alauí da la vara en Melilla y cogen la tizona de la bolsa de los palos de golf para demostrar al mundo que nadie les gana a la hora de espantar moros ni de demostrar su handicap.

El Capitán Trueno era tan fiel al rey como a Sigrid, pero su copia no parece entender que el monarca español ya descolgó el teléfono para hablar con Mohamed VI y que su reina de Thule prefiere verlo en la toalla de al lado que con sahariana bajo el sol del Magreb. Aznar está con el síndrome de Perejil y dispuesto a invadir territorio a quien sea; de momento lo ha hecho al presidente Zapatero, pero casi más al presidente de su partido, que se enteró de que se iba a Melilla cuando se subía al avión. El héroe de melena azabache fue a hacerse la foto en el puesto fronterizo de Beni-Enzar, saludó a la Guardia Civil y se pasó por Melilla como el caballero que vuelve victorioso de las cruzadas. Sin embargo, más que al Capitán Trueno, se asemejó al primo de Zumosol, aquel personaje de anuncio que marcaba músculo, al lado de Juan José Imbroda.

Ni Perejil fue el desembarco de Normandía (copyright de Lucía Méndez), ni en Melilla ha clavado una bandera más alta que en Iwo Jima. La política exterior no se escribe con testosterona, sino con tinta fina. Y la política interior no la hacen políticos amortizados que intentan demostrar que están dispuestos a enmendar la plana a propios y a extraños. Aznar parece desconocer que el país no depende de sus ocurrencias veraniegas. Aunque este estío las contradicciones del Gobierno estén consiguiendo que muchos ciudadanos se despierten de la siesta verdes de indignación como Hulk. Su irrupción en la frontera con Marruecos resulta mero fuego de artificio. El redivivo Capitán Trueno cabalgando de nuevo es tráiler de una película que nunca veremos en pantalla, una hazaña que nunca inspirará a Pérez Reverte, una secuencia para el YouTube que invita a la sonrisa. Groucho Marx decía que nunca iba a ver películas donde el pecho del héroe era mayor que el de la heroína, y en este caso Aznar ha querido sacar tanto pecho que parece haberse llevado puesto un wonderbra de casa.

22-VIII-10, Màrius Carol, lavanguardia