entrevista a Penpa Tsering, Presidente del Parlamento tibetano en el exilio

Penpa Tsering nació exiliado y nunca ha estado en Tíbet. “Lo he visto desde Sikkim, eso es todo”, explica con la nostalgia de la ausencia permanente cubriendo su voz, sus ojos, todos sus gestos. Hace unos días pasó por Barcelona, escala de una amplia gira por Europa para mantener cohesionada a la comunidad tibetana y viva la esperanza de llegar algún día a Lhasa. Vive en Dharamsala, donde el Parlamento que preside está a punto de cumplir 50 años.

Su misión de llegar a Lhasa parece imposible

Nada es imposible porque nada es permanente. El budismo nos enseña que todo fluye y se transforma.

¿Tanto cambiaría China?

¿Por qué no? Muchos chinos se están formando hoy en Occidente. Algún día les tocará dirigir el
país y serán más sensiblesa nuestra causa.

Piden autonomía para Tíbet y China ya se la ha dado.

Es papel mojado. Queremos una autonomía de verdad. Libertad para preservar nuestra cultura,
nuestra lengua, nuestra religión.

China teme que si accede a sus peticiones, los monasterios se conviertan en focos de la disidencia.

China nunca ha entendido que la cultura tibetana está profundamente unida al budismo. Son indisociables. Hace siglos que somos budistas. ¿Cómo vamosa dejar de serlo en una generación?

¿La represión sigue siendo fuerte en los monasterios dentro de Tíbet?

Muy fuerte. Hay demasiada presencia militar y demasiado control sobre los monjes. Sufren una
gran presión mental. Los obligan a repudiar al Dalái Lama. Están sometidos a una constante reeducación patriótica.

Pese a ello siguen abiertos los canales de comunicación con Pekín

Nos reunimos pero no avanzamos. China sólo quiere ganar tiempo. Espera a que muera el Dalái Lama. Está a punto de cumplir 75 años. Cree que si el Dalái Lama muere, el problema tibetano morirá con él, pero se equivoca. Su Santidad ya ha dicho que se reencarnará fuera de China, en un país libre. No lo podrán controlar. El Dalái Lama no es el problema, sino la solución.

¿Por qué?

Porque no quiere la independencia, porque no es un político sino un monje. China siempre quiere
hablar del Dalái Lama y nosotros de lo que queremos hablar es del futuro de los tibetanos.

Mientras dilata su respuesta, China está cambiando la demografía del Tíbet.

Sí, como ha hecho en Mongolia Interior, donde sólo un 20% son mongoles. China reconoce unos
5,3 millones de tibetanos, repartidos en varias provincias. Somos una minoría frente a 1.300 millones de chinos. Pekín espera que nos diluyamos.

Representan casi el 90% de los 2,62 millones de habitantes de Tíbet.

Es imposible saber las cifras exactas. Lo único cierto es que más y más chinos de la etnia han se trasladan a Tíbet.

Estados Unidos y la UE no lo tienen fácil para defender su causa frente a Pekín.

Es lógico. China tiene una economía muy fuerte. Pero los gobiernos occidentales, como amigos,
deben decirle a China que el poder económico y el poder militar, no lo es absolutamente todo. Deben decirle que le falta el poder moral,y que darnos la autonomía que pedimos le permitiría obtener este poder moral.

4-VII-10, Xavier Mas de Xaxàs, lavanguardia