entrevista a Boris Nemtsov, fundador del grupo opositor ruso Solidarnost

Uno de los jóvenes reformadores de Boris Yeltsin, en los noventa era uno de los políticos más populares de Rusia. Gobernador de Nizhni Novgorod primero, formó después parte del gobierno ruso. Con Vladimir Putin en el poder, Boris Nemtsov (Sochi, 1959) ha sido una de las caras de la oposición. Cuando su partido, la Unión de Fuerzas de Derecha (SPS), perdió en las elecciones del 2003, cambió la política por los negocios. Volvió en el 2007, y en el 2008 fundó Solidarnost con, entre otros, Gary Kasparov.

Me acerqué solo, con un cartel pidiendo libertad para Lev Ponomariov (condenado a tres días de arresto tras las protestas del 22 de agosto). Aparecieron 50 policías, cinco coches patrulla y un autobús de los antidisturbios", relata Boris Nemtsov, uno de los líderes de la oposición al Kremlin y al poder del primer ministro de Rusia, Vladimir Putin. Nemtsov admite que la economía es mejor que en los años noventa, pero sólo por el elevado precio del petróleo. "Este verano no había dinero para apagar los incendios. Los beneficios del petróleo se emplean sólo en controlar a la oposición", sostiene en un modesto despacho que alquila, dice, gracias a pequeñas donaciones de sus seguidores en el interior del país.

¿Quién forma hoy en Rusia la oposición real?

Es la izquierda, el frente de izquierdas, los nacionalbolcheviques. También los demócratas, entre los que se encuentra el movimiento Solidarnost, el ex primer ministro Mijail Kasianov o el ex campeón del mundo de ajedrez Gary Kasparov. Y no resulta extraño que haya ciudadanos no políticos, como las organizaciones de derechos humanos o los ecologistas que luchan por salvar el bosque de Jimki. Es la oposición sincera y real, la que no depende del Kremlin financiera, informativa o administrativamente.

Los planes para unir a la oposición no han funcionado en años.

Solidarnost es un buen proyecto, porque es la primera organización democrática donde hay representantes de todos los partidos y tendencias de la oposición. El problema es que la oposición es muy diversa y el poder se ocupa de estimular esa diversidad. Pero ahora que ha cogido fuerza la Estrategia 31, está claro que sólo la acción conjunta puede funcionar.

¿Qué objetivo tiene la campaña?

Como garantiza el artículo 31 de nuestra Constitución, debemos recuperar las elecciones, la libertad de palabra. Todo lo que ellos han pisoteado. Es una ironía que Putin y Medvedev sean juristas. Han destruido toda posibilidad de libertad política: en Rusia no hay elecciones justas. Y es una campaña de éxito. La manifestación para detener la construcción de la autopista de pago Moscú-San Petersburgo por el bosque de Jimki hizo que el partido oficialista Rusia Unida se dirigiera a Medvedev (el presidente ruso ordenó el mismo día detener las obras). El último mitin en Kaliningrado, pidiendo la dimisión del gobernador, terminó con su sustitución.

¿Lo considera dos victorias?

Temen una oposición unida, y por eso reaccionaron haciendo suyas nuestras exigencias. Una oposición unida es la única forma de cambiar la tendencia actual: un Estado ladrón, los más ricos son los más cercanos a Putin, el pueblo no importa, economía del petróleo, fondo de pensiones robado y ninguna oportunidad para la modernización del país. La nueva modernización de Medvedev, con la creación de un Silicon Valley, es sólo bla, bla, bla.

Sin embargo, la oposición sigue sin atraer a mucha gente.

En Kaliningrado hubo mucha: 12.000 personas en julio y 3.000 en la última. En Moscú hay pocas. Nuestro objetivo es reunir a 100.000 para poder cambiar el régimen político. Esperar que esto suceda mañana es ingenuo. Necesitamos tiempo.

¿Y qué les impide crecer?

La propaganda oficial y un petróleo caro, de 70-80 dólares el barril, la principal fuente del presupuesto estatal. De momento, ellos tienen dinero para repartir a derecha e izquierda y mantener su popularidad.

5-IX-10, G. Aragonés, lavanguardia