´Victor Hugo respira aliviado´, Quim Monzó.

Hasta la semana pasada el Parlamento Europeo exhibía en una vitrina de su sede bruselense un ejemplar de la actual Constitución española abierto por la página inicial, en la que se ve un escudo de España con el águila, el yugo, las flechas y el "Una, grande y libre". No es un ejemplar que se inventasen ellos, sino uno de los que se imprimieron durante la transición. Lo envió Federico Trillo cuando era presidente del Congreso y aún no se había consagrado con aquel glorioso "¡Viva Honduras!" que, gritado en tierra salvadoreña, lo hizo entrar definitivamente en los anales de la historia. Una nota de la ACN explica ahora que "el Parlamento Europeo cierra de esta forma nueve meses de polémica, después de que en enero la ACN revelase que esta Constitución con símbolos franquistas se exponía en uno de los lugares más transitados del edificio Altiero Spinelli, en la tercera planta". Explica también por qué se exhibe: "La Eurocámara pidió a los estados miembros que les hiciesen donación de elementos representativos de su realidad política y cultural y Trillo envió el águila. El Senado belga, en cambio, regaló a los eurodiputados una silla de su hemiciclo, el italiano una máquina estenográfica y el francés un busto de Victor Hugo y el manuscrito de su proyecto de ley de amnistía de 1876, con sus anotaciones personales".

Y ¿cómo ha cerrado la polémica el Parlamento Europeo? Pues pasando la hoja que hasta ahora quedaba a la vista y dejando el libro abierto por las páginas siguientes. Oriol Junqueras, el diputado de ERC que ha conseguido que esa simbología deje de exponerse, explica que es sintomático que el asunto lo haya solucionado el Parlamento Europeo y no el español.

Es una situación ambigua. ¿Con pasar una hoja queda todo solucionado? A mí me parece de rechupete que no se exhiban símbolos totalitarios. Pero la Constitución que nos rige y nos exprime sigue siendo esa misma, la que nació con el águila, el yugo, las flechas y el "Una, grande y libre". Una Constitución que fue fruto de un acuerdo entre emergentes políticos demócratas y políticos franquistas con ansias de supervivencia, controlados todos por el Glorioso Ejército Español, que no perdía detalle y alardeaba de estar a punto para cortar por lo sano a la que la situación no le gustase. Una Constitución que, por eso mismo, no es la antítesis de esa simbología, sino en buena parte hija de ella. Precisamente por eso aún hoy estamos como estamos. El Tribunal Constitucional, por ejemplo, no nace de la nada ni es como es porque sí. A mí me parece bien que en Bruselas pasen la hoja y dejen el libro abierto por páginas sin rapaces ni saetas. Pero que nadie descorche botellas de champán por ello porque el águila, el yugo, las flechas y la ideología subsecuente están aún en la base de esa Constitución, y eso no ha conseguido cambiarlo nadie.

7-IX-10, Quim Monzó, lavanguardia