´Talento y futuro´, Miquel Roca Junyent

Durante el mes de agosto se han sucedido muchas noticias. En su conjunto, preocupantes, inquietantes. Mucha gente ha tenido que disfrutar de sus vacaciones en un entorno de alarmas y dramas; en algunos casos temas próximos y en otros, más lejanos. La globalización también nos acerca a los accidentes más distantes; lo importante - mediáticamente-es el drama, no dónde ocurra. Pero de todas las noticias, la que deberíamos retener como más relevante, de cara al futuro del país, es que ninguna universidad española figura entre las 200 más importantes del mundo. Hemos ganado el Campeonato Mundial de fútbol, el Tour de France y no sé cuántas cosas más, pero en formación universitaria no destacamos si no es por lo mal que se nos considera. Este partido lo estamos perdiendo. ¡Fatal! España, como Europa, no tiene futuro al margen del talento de las nuevas generaciones. Y la fábrica de este talento es, principalmente, la universidad. Es a esta a la que corresponde formar buenos profesionales, buenos docentes, buenos investigadores. Si estos compiten desde la excelencia tendremos futuro; en caso contrario, estaremos siempre esperando que los turistas salven nuestras cuentas. Y, aún peor, el talento que nos faltará llegará de fuera.

La reforma universitaria no es menos urgente que la laboral; actualizar el régimen jurídico de las cajas para adaptarlo a las nuevas exigencias de un ciclo económico diferente era absolutamente necesario; estimular la economía productiva y seleccionar bien la dirección del ajuste económico son operaciones decisivas. Pero no lo es menos actualizar un régimen de gobierno universitario que se demuestra poco operativo y, sobre todo, poco capaz de adaptarse a la prioridad que para el país representa la creación de talento como mejor activo del país.

Se sabe que las prioridades las marca el calendario electoral y que sólo lo que interesa a la gente es prioritario. Pues bien, lo dramático sería no entender que dotar al país de una mejor gobernanza universitaria no es prioritario. Sería tanto como renunciar a un mejor futuro. Porque una universidad bien gobernada es la condición necesaria para que pueda fabricar talento. Y sin talento, no hay futuro.

7-IX-10, Miquel Roca Junyent, lavanguardia