oposición oficial (fomentada) y real (perseguida) en Rusia

En Rusia hay dos oposiciones: la oficial, que se sienta en los bancos de la Duma y en los parlamentos regionales, y la real, como así se llaman los partidos que tienen que salir a la calle para dejarse oír. No han sido pocos los intentos para unir ambas en los últimos años. El último, la fundación en el 2007 del movimiento Solidaridad. Destacados políticos de los partidos liberales, como Boris Nemtsov o Ilya Yashin, apostaron por la oposición frontal y la crítica directa al poder. "Es una coalición donde hay representantes de todos los grupos", asegura Nemtsov. Según ellos, la oposición oficial, configurada por el Partido Comunista, el ultranacionalista Vladimir Zhirinovsky y los liberales Yabloko y SPS, ejerce crítica pero no presión. "Eso es absolutamente negativo y perjudicial", ha dicho Eduard Limonov, líder de Otra Rusia, quien cree que estas formaciones terminarán uniéndose a la oposición real si en futuras elecciones no superan el 7% mínimo requerido para tener diputados. La oposición oficial evita también la crítica directa al presidente ruso, Dimitri Medvedev, o al primer ministro, Vladimir Putin. La oposición real no sólo está apartada de las instituciones políticas, sino también de los principales medios de comunicación. Como decía un editorial de Nezavisimaya Gazeta dirigido a Medvedev, si no se garantiza a esta oposición el acceso al Parlamento y a la televisión, su único escaparate seguirá siendo la calle.

La oposición liberal de Rusia lleva años ocupando la calle contra el Kremlin. Y eso le ha valido prohibiciones, detenciones y la presión de las implacables fuerzas antidisturbios.

Pero la insistencia ha dado sus primeros frutos este verano, aseguran los liberales de la coalición Solidarnost.El cambio de gobernador en la región de Kaliningrado y la decisión del presidente ruso, Dimitri Medvedev, de paralizar la tala del bosque de Jimki, al norte de Moscú, son consideradas victorias entre sus filas.



Aun así, la presión de las autoridades rusas no va a disminuir, a juzgar por las declaraciones de ayer del primer ministro ruso, Vladimir Putin. "Le pegarán a usted en la cabeza con una porra", avisó en una entrevista en el diario Kommersant,dirigiéndose a todo aquel que vaya a manifestaciones no autorizadas. Putin aseguró que la policía continuará desbaratando las protestas de la oposición si no obtienen permiso oficial para sus concentraciones.

En casi todas las ocasiones, las autoridades de Moscú han rechazado la solicitud para las protestas alegando que el lugar elegido va a ser ocupado por otro evento. El último enfrentamiento se produjo el 22 de agosto, cuando unas cien personas marcharon por el centro de la capital con una enorme bandera rusa. Los antidisturbios impidieron que una manifestación permitida para celebrar el día de la Bandera se convirtiese en una marcha no autorizada. Y detuvieron a los líderes de Solidaridad Boris Nemtsov y Mijail Schneider, además de al conocido activista de los derechos humanos Lev Ponomariov, quien la semana pasada cumplió tres días de arresto.

Para el joven dirigente de Solidaridad Ilya Yashin, lo que sucede en la calle entre oposición y policía refleja la sociedad rusa de hoy. "El poder ha levantado una gran muralla con respecto al pueblo. Cuando una gran cantidad de antidisturbios dispersan un pequeño mitin, la gente comprende que es mejor no enfrentarse al poder. Es peligroso".

Los líderes de esta oposición, que aglutina a liberales, formaciones de izquierda radical, ecologistas y activistas por los derechos humanos, consideran que la calle es un instrumento más de presión. Pero se convierte en prácticamente el único, debido al control de las instituciones sobre los medios de comunicación.

El muro evita también que esta oposición de calle tenga más seguidores, aseguran. Sin embargo, Boris Nemtsov, ex viceprimer ministro en la época de Boris Yeltsin y ahora cabeza visible de Solidaridad, no oculta su satisfacción tras reunir en julio a 12.000 personas en Kaliningrado. "Si conseguimos atraer a Moscú a cien mil personas, seremos capaces de cambiar el régimen", asegura, tal vez con demasiado optimismo.

Después de una protesta de tres mil personas en Moscú, la semana pasada Medvedev ordenó que se paralizara la construcción de una autopista de pago entre Moscú y San Petersburgo que atraviesa el bosque de Jimki. Eso da ánimos a la oposición, aunque podría ser una maniobra del poder. De hecho, la decisión del presidente se produjo en respuesta a una petición expresa del partido oficialista Rusia Unida, que presiden a una Putin y Medvedev.

La campaña de la oposición de la calle se llama Estrategia 31, y la inició el escritor Eduard Limonov, líder del partido Otra Rusia. La oposición se reúne el día 31 de los meses del año más largos para denunciar las trabas que le pone el poder, desde el acceso a las urnas hasta el derecho de reunión, que garantiza el artículo 31 de la Constitución rusa .

Las protestas comenzaron en Moscú, pero este año se han extendido a San Petersburgo y a otras ciudades. Hoy es día 31, así que la oposición y el Kremlin volverán a encontrarse en la calle.

31-VIII-10, G. Aragonés, lavanguardia