´Universidad y gobernanza: ´We must´´, Imma Tubella, Lluís Torner & Joaquim Boixareu

La universidad debe transformarse -con el verbo deber en su sentido más obligatorio- y debe hacerlo a fondo. Hacerlo ni es sencillo ni es fácil, aunque todo el mundo con responsabilidad en el tema lo reclama desde hace años. La urgencia del cambio se manifiesta de manera dramática si se espera que la universidad sea un motor de desarrollo económico. El progreso económico y social debe basarse en la interacción de la universidad, los centros de investigación y la industria. Como muestran los centenares de colleges y state universities de Estados Unidos, no todas las instituciones de educación superior están organizadas para alcanzar tal fin aunque sean sobresalientes en su misión educativa.

Una dificultad del proceso proviene de la diversidad de expectativas respecto a la estación final que alcanzar. Sin embargo, no es necesario ni deseable estar de acuerdo en todas las reformas, ni siquiera en muchas. Sólo es necesario estarlo en lo esencial. La diversidad en lo concreto será también un arma de competitividad al servicio de cada institución. Tampoco es necesario que el cambio sea obligatorio para todas las instituciones.

Mejor que sea opcional, con una evaluación posterior basada en resultados en la que tanto quien adopte el cambio como quien no lo haga se atenga a las consecuencias. Por supuesto, sí es necesario que haya consecuencias.

La transformación de la universidad tiene dos elementos esenciales: la gobernanza y el sistema de financiación. Sin una gobernanza clara y robusta y un sistema de financiación flexible capaz de orientar cada institución hacia sus objetivos, y en ambos casos con evaluaciones serias a posteriori, no es posible la competitividad que necesitamos. En lenguaje financiero, las universidades están en el negocio del talento y del conocimiento y, en colaboración con el sector industrial, en la transformación de estos en valor económico. Estos son negocios globales y, en lo referente al talento de primera y a la creación de valor, totalmente globalizados. Una organización que no disponga de una estrategia definida, de una capacidad ejecutiva adecuada a todos los niveles ni de un sistema de financiación que permita implementarla, con liderazgos individuales y colectivos sometidos a evaluación, no puede jugar en una liga donde los competidores sí disponen de tales instrumentos. No hay que descubrir nada. El modelo está inventado y lleva décadas demostrando su eficacia en otros países.

Solamente debemos decidir que quien lo desee pueda adoptarlo, con las adaptaciones a nuestro entorno que correspondan.

Otros están ya en plena faena. Portugal, sin ir más lejos. Las universidades públicas portuguesas tienen la posibilidad, por ley, de transformar su sistema de gobernanza hacia modelos inspirados en países anglosajones. No es obligatorio, pero algunas ya lo han hecho con éxito. No se trata de ningún experimento. Se trata de otorgar y de asumir responsabilidades de manera directa y transparente y de ganar flexibilidad en la toma y en la implementación de decisiones. Finlandia está también adoptando reformas profundas de gobernanza y de colaboración entre empresas y universidades en I+ D+ i. Francia y el Reino Unido han iniciado el debate. Suiza, uno de los pocos países que cuenta con universidades que acompañan a las norteamericanas y las británicas en la élite mundial, lleva décadas demostrando que no es cuestión de tamaño sino de modelo.

Abordar el cambio de gobernanza de la universidad requiere reformas legislativas estatales de calado. Sin embargo, ninguna ley va a ser efectiva ni eficiente, ni vaa gozar de apoyos políticos adecuados para tramitarla en el futuro cercano, si una mayoría de la comunidad universitaria no reclama y lidera ella misma el cambio. No nos podemos permitir seguir esperando. Empecemos, por favor. Este no es sólo un asunto en el que, por supuesto, we can;es más bien que we must.

 

12-IX-10, Imma Tubella, presidenta de la Associació Catalana d´Universitats Públiques; Lluís Torner, presidente de la Associació Catalana d´Entitats de Recerca; Joaquim Boixareu, presidente de la Comisión de Industria, Foment del Treball Nacional, lavanguardia