´Ni siquiera formación´, Alfredo Pastor

Ya no queda más remedio que afrontar, por fin, las tareas que nos impone -y nos permite- nuestra mala situación.

La más difícil, y la más importante de ellas, atañe a la educación: el sistema básico (primaria y secundaria) es de los peores del mundo, lo que contribuye a aumentar el volumen del paro y a dificultar la reabsorción de los parados. La enseñanza superior, planteada como medio para acceder a un buen sueldo (única aspiración de la mayoría de nuestros alumnos), está teniendo un pésimo resultado: no hemos estimulado al alumno al estudio, no le hemos obligado allí donde el estudio era obligatorio; no hemos sabido gestionar sus expectativas, haciéndole ver cuáles eran sus capacidades, a dónde le llevaban sus estudios y cuáles eran sus perspectivas; no le hemos impartido aquellas enseñanzas que le hicieran más adaptable, y, por consiguiente, más susceptible de encontrar empleo en tiempos de tormenta.

El resultado -lo indica un reciente informe de la OCDE- es que casi el 45 por ciento de nuestros licenciados están empleados en tareas que no correspondan a su titulación; en esta estadística ocupamos el primer lugar (la media de la OCDE no llega al 25 por ciento): un engaño para los alumnos, un despilfarro incalculable de recursos para nuestro país. Estamos lejos de alcanzar el ideal de la educación como formación profesional -que es, por lo visto, nuestro objetivo- y no nos acercaremos a él mientras padres, docentes y políticos sigan tratando exclusivamente del calendario escolar, la semana blanca, la educación para la ciudadanía y la lengua vehicular; asuntos que, por lo que uno lee y oye, ocupan toda su atención.

12-IX-10, Alfredo Pastor, lavanguardia