´Chiles en nogada´, Julià Guillamon.

El 27 de septiembre de 1821, Agustín de Iturbide consumó la independencia de México. Las monjas del convento de Santa Mónica, para agasajarle tras la firma del tratado de Córdoba, idearon un platillo que consiste en un chile poblano (nuestro pimiento verde), relleno de carnes y frutas, una salsa elaborada con nueces tiernas y unos dientes de granada. El chile verde, la salsa blanca y la granada roja: la bandera de México. Uno de los ingredientes es un cactus, el citrón, que está casi extinguido. Por eso, mi amiga Victoria Schussheim, que es una gran cocinera, lo ha eliminado de la receta. En Catalunya no existe tradición de comer las nueces tiernas (a diferencia de lo que sucede con las almendras, que se recogen verdes, en julio: los ametllons). Además, hay pocos nogales. Hace diez años, en la Font del Ferro planté uno que, previamente, había hecho crecer en un tiesto en casa. El verano pasado dio la primera nuez.

Duró exactamente una semana. Alguien vio la bolita verde en una de las ramas altas, dobló el tronco hasta partir la rama y se llevó la nuez. Era a finales de junio. Las nueces se recolectan en septiembre. Se nota que están maduras porque la cáscara pasa de verde a negra y se separa fácilmente de la capa interior coriácea. Esta primavera volvió a brotar y, en previsión de un nuevo estropicio, corté las dos nueces que le habían salido, con las tijeras de podar.

En el camino de la playa hay una higuera. Crece en un terraplén, de manera que las ramas superiores quedan a pie del sendero. Este año los higos llegan un poco retrasados. La gente los coge, intenta comerlos y los desecha porque están verdes. Algo parecido sucede con los erizos de mar. Los sacan del agua, todavía medianos, los abren, pero no están en su punto y los tienen que tirar.

Me pregunto qué pensarían de nosotros nuestros abuelos neolíticos: incapaces de seguir los ciclos naturales, de saber la época de la recolección de una hortaliza o de reconocer una fruta madura. Desdeñosos con todo lo que crece en el espacio público que, como no es de nadie, se puede arrasar tranquilamente. Y sobre todo, con esa impaciencia oligofrénica. Durante décadas hemos ido adoptando una manera de vivir basada en lo inmediato: "Lo quieres, lo tienes", rezaba hace poco una publicidad bancaria. Si el nogal ya tiene una nuez, si en las ramas de la higuera hay higos y entre las rocas, erizos de mar, ¿por qué tengo que esperarme a que las nueces estén hechas, los higos maduros y los erizos llenos? Los cojo y ya está. Luego todo el mundo se queja de las expectativas frustradas, del desencanto yde las falsas promesas de la vida. Yo veo esas expectativas frustradas y esas falsas promesas con forma de nuez verde machucada, de higos despanzurrados y resecos como el serrín, de trozos de cáscara y pinchos dislocados, que se pudren sobre las rocas o a un lado del camino.

16-IX-10, Julià Guillamon, lavanguardia