´Aunque no lo parezca´, Quim Monzó

En Vanity Fair Artur Mas explica  sus años de universidad: "Me he divertido mucho, tengo sentido del humor. Aunque no lo parezca, he viajado de mochilero, e incluso me he emborrachado varias veces, y fumé algún porro en la época de la universidad". La confesión ha sorprendido a parte del mundo político local, poco acostumbrado a que se hable de estos asuntos. Los seguidores de Mas se preguntan: "¿Está bien que diga eso?". Sus rivales recelan: "Es una estrategia para penetrar en los sectores jóvenes. Va a por todas. La semana que no aparece en La noria se descuelga explicando que de joven fumó ´algún porro´…".

Dijo Perogrullo: "Si todos hablásemos claro de nuestra relación con las drogas, menos hipocresía habría". Aquí todo el mundo va de santo, pero la mitad de este mundo santo se ha metido de todo. Ya pueden los de la empanada criticar a Estados Unidos, pero allí hablan de estas cosas con menos remilgos. Bill Clinton rompió tabúes cuando declaró que, cuando estudiaba en Inglaterra, probó la marihuana una vez o dos, y no le gustó. Lo mejor, la frase posterior, aclaratoria: "No me tragué el humo y no la probé nunca más". Una frase sospechosa, que Barack Obama puso en su sitio cuando, siendo candidato a la presidencia americana, le preguntaron por su relación con las drogas. Explicó que de joven fumaba marihuana y -aludiendo a la expresión de Clinton- detalló: "Yo me tragaba el humo frecuentemente. De eso se trata, ¿no?". En la red es fácil ver una foto suya, de jovencito, fumándose un porro con un sombrero de paja muy mono. Menos sincero, las aficiones de George W. Bush las sabemos por su cuñada: marihuana y cocaína. A este lado del Atlántico tenemos el escándalo por drogas del primer ministro británico, David Cameron, cuando estudiaba en Eton. Y el caso del conservador Boris Johnson, que se molestó cuando un antiguo compañero suyo en Oxford dijo que nunca había tomado drogas. "¡Pues claro que he tomado drogas!", protestó Johnson. Churchill tomaba secobarbital, primero, y luego anfetaminas. En 1956, Anthony Eden tomaba Drinamyl, y dicen que por eso la crisis de Suez acabó como acabó. Tomaban cocaína -diluida en vino: el vino Mariani- José Martí, Alfonso XIII, la reina Victoria, el papa León XIII... En la actualidad, cada tanto los diarios nos dan la noticia de que, en tal o cual Parlamento europeo, sobre las cisternas de los lavabos encuentran restos de cocaína. Vaya novedad.

Estaría bien que, ya que Mas ha explicado su versión de su juvenil devoción mariana, el resto de los candidatos a president hiciese lo mismo. Me encantaría que esa fuese una de las preguntas recurrentes en las entrevistas que -hasta el 28 de noviembre- harán a todos los candidatos. No me creeré mucho lo que contesten, pero lo que contesten me ayudará a saber cómo son.

22-IX-10, Quim Monzó, lavanguardia