īSecesionesī, Josep Maria Ruiz Simon

Cuentan los libros que la primera secesión de la plebe romana se dio en el año 494 a. C. Al parecer eran también tiempos de crisis económica. Yya se recurría a la legislación para combatir los impagos y luchar contra la morosidad. Una ley de la deuda prescribía que los morosos serían encarcelados y puestos a disposición de sus acreedores como esclavos. Los plebeyos, que habían perdido sus propiedades durante una guerra librada por los intereses de los patricios y que se habían visto obligados a pedir préstamos a los propios patricios para sobrevivir, se rebelaron contra esta ley oligárquica. Su primera medida de presión fue negarse a participar en el ejército, dejar que los oligarcas libraran solos sus propias batallas. La última, desplazarse en masa al Monte Sacro, con la amenaza de fundar ahí una nueva ciudad. Los patricios, sabedores de que la marcha de los plebeyos significaría la destrucción de Roma, cedieron y se llegó a un pacto. La ley fue modificada y, desde entonces, la plebe pudo reunirse regularmente en una asamblea cuyas decisiones recibieron el nombre de plebiscitos. También pudo nombrar dos tribunos con derecho a veto sobre las actuaciones del senado que perjudicaban sus intereses.

La del Monte Sacro fue la primera de las múltiples secesiones de la plebe de que habla Tito Livio. Durante la última, que tuvo lugar en el 287 a. C., los plebeyos abandonaron Roma para congregarse, repitiendo la amenaza de constituirse como ciudad independiente, en el Aventino. También en esa ocasión se llegó a un pacto: los plebiscitos tuvieron desde entonces fuerza de ley para todos los ciudadanos. En sus Discursos sobre la primera década de Tito Livio, Maquiavelo señala que resultaría conveniente que las ciudades, sobre todo las que quieren valerse del pueblo para cosas importantes, arbitrasen vías, como las que se abrieron tras las secesiones, para que el pueblo pudiera satisfacer sus ambiciones. Y también subraya los efectos benéficos que tuvieron para la libertad romana los tumultos que encontraron una salida gracias a la amenaza de la secesión. Los émulos actuales del pensador florentino no dudarían ni un momento en calificar de buenista y progre a quien hoy sostuviese algo semejante.

Suele afirmarse que la extraordinaria secesión del Monte Sacro fue la primera huelga general de la historia. Pero apenas nadie se pregunta cuándo se realizó la última de estas huelgas, la que dejó paso a sus simulacros actuales, que, por su planteamiento, circunstancias y consecuencias, poco se parecen a las antiguas secesiones de la plebe romanas. Hoy por hoy, los aventinos y los montes sacros a los que se retira la multitud son la indiferencia, la abstención y la desafección manifiesta respecto a la política instituida. Y es en ellos, como ha señalado en ocasiones el sociólogo francés Michel Maffesoli, donde habría que buscar las nuevas formas de la secessio plebis.

28-IX-10, Josep Maria Ruiz Simon, lavanguardia