integración a la francesa (o la identidad identicida)

En Francia, el afrancesamiento de un apellido foráneo es considerado una muestra de voluntad de integración y, como tal, alentado por el poder político. El camino contrario, en cambio, está prohibido...

Es difícil encontrar en Francia a alguien a  quien el nombre de Marcel Dassault (1892-1986) no le diga nada. Fundador del grupo aeronáutico que lleva su nombre, fabricante de los célebres Mirage y Falcon,Dassault es una figura mítica de la aviación, un prohombre del poderío industrial francés. Lo que poca gente sabe, o recuerda, es que el verdadero apellido de Dassault era Bloch. De origen judío, fue apresado por los nazis tras la caída de Francia en 1940 e internado en el campo de concentración de Buchenwald, donde estuvo a punto de perecer.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, Marcel Bloch decidió cambiar su apellido por el de Dassault. Un invento derivado del nombre de guerra que su hermano, el general Darius Paul Dassault, utilizó en la Resistencia: Char d´assaut (carro de asalto). Perseguidos por los nazis con la activa colaboración del régimen de Vichy, unos 10.000 judíos franceses o afincados en Francia optaron, como los Bloch, por afrancesar sus apellidos. En 1947, el Consejo de Estado juzgó la "sonoridad israelita" como motivo "legítimo" para cambiar el apellido.

No es algo anodino cambiar el patronímico. Y, como en muchos otros países, el Estado francés sólo lo acepta en contados casos y siempre que detrás haya un motivo justificado. Que sea un nombre ridículo o insultante, por ejemplo. O bien, que tenga un origen extranjero... En Francia, el afrancesamiento de un apellido foráneo es considerado una muestra de voluntad de integración y, como tal, alentado por el poder político. El camino contrario, en cambio, está prohibido.



Un grupo de judíos cuyos mayores afrancesaron sus apellidos para proteger a las nuevas generaciones ha iniciado ahora una campaña para intentar recobrar los originales. El colectivo, bautizado con el nombre La fuerza del apellido,ha apelado al Consejo de Estado para que revise su jurisprudencia. "Esperamos una respuesta en los próximos dos meses", ha señalado a este diario una de las promotoras del movimiento, Céline Masson, profesora en la Universidad París-Diderot. Algunos de los solicitantes se llaman Raimbaud, Lebeau, Rosent, Volcot... y aspiran a recuperar su identidad perdida bajo el nombre de Rubinstein, Lebovici, Rosenkopf, Wolkowicz...

Olvidadas las persecuciones del pasado, no son los judíos quienes afrancesan ahora su apellido. Hoy son marroquíes y argelinos quienes borran la sonoridad árabe de su patronímico. Para eludir prejuicios y discriminaciones, para prosperar... En 2009 se aprobaron en Francia 1.074 cambios de apellido, 346 de los cuales a causa de su origen extranjero. Más de la mitad de ellos, magrebíes.

Mourad Ben Saoud, de origen argelino y empleado de un concesionario de automóviles de lujo en la Costa Azul, es un vendedor imbatible y apreciado. Pero el secreto de su éxito, aparte de sus innegables dotes comerciales, está sustentado en una gran mentira: se hace pasar por italiano con el nombre de Dino Fabrizzi...

Mourad Ben Saoud es un personaje de ficción, interpretado por Kad Merad en la comedia El italiano -estrenada este verano-, pero en su historia pueden verse reflejados muchos ciudadanos franceses procedentes de la inmigración, para quienes el nombre puede ser un problema para alquilar un apartamento o encontrar un trabajo. El coguionista de la película, Nicolas Boukhrief - de origen argelino-se hizo pasar por ruso cuando llegó a París para poder encontrar piso. El padre del protagonista - argelino a su vez-se hizo llamar Rémy y él mismo a punto estuvo adoptar el nombre de François.

Si el cambio de apellido es una iniciativa relativamente minoritaria, más común es adoptar un nombre de pila francés. Un informe del Observatorio de las Discriminaciones ha demostrado que un candidato a un puesto de trabajo con un nombre francófono tiene un 32% más de posibilidades de ser contratado que quien lleva un nombre magrebí. Análogamente, el 83% de los hijos de obreros magrebíes han seguido trabajando como obreros, mientras que el 50% de los hijos de obreros con nombre francés han podido ascender socialmente.

Kad Merad cuenta una ilustrativa anécdota sobrevenida durante el rodaje. "Un día, un tipo que vendía ventanas vino a verme y me dejó su tarjeta de visita. Al ver que había un nombre italiano, le pregunté cómo se llamaba. Él me contestó: ´¿Yo? Ibrahim".

24-IX-10, Ll. Uría, lavanguardia