´El mito de la inspección´, Joan Cano

En todos los órdenes de la vida uno puede encontrar mitos, fenómenos a los que se atribuyen cualidades que en realidad no tienen. Se trata de simples prejuicios que, suficientemente repetidos, llegan a ser máximas que la mayoría acepta. Quienes trabajamos al servicio de la Hacienda Pública sabemos que en nuestro ámbito, como en otros, existen muchos. Supongo que en parte como consecuencia de la necesaria discreción con la que llevamos a cabo nuestra función, que impide que determinados aspectos de la misma puedan difundirse. Así que por lo común intentamos sobrellevar estas leyendas urbanas. En los últimos tiempos se ha establecido un mito que puede ser satisfactorio para algunos pero que, por definición, no se ajusta a la realidad. Se trata de decir que la Inspección Tributaria sólo actúa frente a los pequeños contribuyentes, olvidando a los más pudientes. Sólo se actuaría, según esto, comprobando a quienes ya declaran, mientras que se olvidaría a aquellos que no lo hacen en absoluto y que son quienes más defraudan. La razón para ello es que lo contrario supondría un esfuerzo investigador que no queremos, o no podemos asumir.

Como decía, se trata de mitos.

La Agencia Tributaria efectúa un control extensivo del cumplimiento de los ciudadanos a través de sus órganos de Gestión Tributaria, basado en la explotación de la información. Pero además, junto a ello, está la Inspección Tributaria, que se centra en la comprobación especializada de los supuestos más complejos de elusión fiscal y, sobre todo, en la investigación. Se trata de una tarea ardua y difícil que, sin embargo, da muchos éxitos. Si no fuese así, no se hubiesen podido conseguir los excelentes resultados obtenidos hasta el momento en los programas de investigación de billetes de alta denominación; ni la media de las liquidaciones inspectoras estaría alrededor de los 180.000 euros; ni habrían podido denunciarse más de dos mil casos de delitos contra Hacienda en los últimos tres años, por mencionar datos concretos. Es pertinente señalar que la Agencia Tributaria dedica unos diez inspectores a la tarea de Inspección por cada uno de Gestión, lo que demuestra que la proporción principal de nuestros mejores efectivos se dedica al fraude más importante y complejo. Siempre se podría hacer más contra el fraude fiscal. Pero conviene recordar que no es una labor única de la Agencia Tributaria. Corresponde a todos, porque a todos nos perjudica. Y es un tema serio. Es preciso que exista una decidida conciencia social contra el fraude en general, no sólo fiscal, que únicamente la educación puede infundir. La difusión de mitos y leyendas urbanas no es la mejor manera de abordarlo.

29-IX-10, Joan Cano, Director de Inspección de la Agencia Tributaria, lavanguardia