´Un hombre contra 800 millones de móviles´, Joaquín Luna

¿Donde está la esperanza? ¿En la lucha de un hombre contra el sistema o en 800 millones de teléfonos móviles?

Este Nobel es un apasionante déjà vu aunque ahora, a diferencia de 1990, el desenlace ya está escrito: la República Popular China ha logrado tal desarrollo y tiene tanta seguridad en sí misma que desafiará a cuantas voces reclamen la liberación de Liu Xiaobo.

Si una junta cuartelera como la de Birmania se ha pasado por el forro a la comunidad internacional y mantiene bajo arresto domiciliario a la Nobel de la Paz de 1991, Aung San Suu Kyi, huelga decir lo que hará esta China ante los clamores occidentales. ¿Acaso no fue el Dalái Lama Nobel de la Paz en 1989, semanas después de la matanza de Pekín? Las economías y los gobiernos occidentales tienen una debilidad mayor a la de entonces. China avanza en esta partida psicológica y ya nadie saca a relucir en los foros políticos, empresariales o periodísticos -mucho menos a exigir- el respeto a los derechos humanos en China, como sucedía en la era de Deng Xiaoping (el gran arquitecto de la reforma iniciada en 1978, fallecido en 1997).

Frente al realismo, siempre nos queda el consuelo de hombres como Liu Xiaobo, que ya tuvo una actitud ejemplar en las horas turbulentas de junio de 1989 en Pekín. Junto a otros tres intelectuales, pactó con las fuerzas del orden el desalojo de los centenares de jóvenes atrincherados en el monumento a los Héroes de la plaza de Tiananmen. Una mediación nada sencilla -la atmósfera era muy tensa, ya trágica- que salvó algunas vidas aunque muchos de los desalojados morirían horas después en los alrededores de la plaza.

Liu Xiaobo prosiguió su carrera de disidente, aunque sus demandas suelen tener más eco dentro que fuera de China. Frente a esta lucha ejemplar, el gobierno habla de desarrollo. Esta misma semana, en la revista Time, el primer ministro Wen Jiabao responde con claridad a las insinuaciones de que no hay libertad de expresión en China: 400 millones de usuarios de internet y 800 millones de móviles.

Y recuerda a Occidente que sus leyes represoras mantienen bajo control... a 1.300 millones de ciudadanos.

9-X-10, Joaquín Luna, lavanguardia