prevaricación y desfachatez en el desastre ecológico húngaro

El 21 de septiembre, trece días antes de que la ruptura de la presa de residuos que tiene MAL extendiera la devastación, un informe del departamento nacional de Medio Ambiente aseguraba que todo estaba en orden en la instalación.

En el 2006, la oenegé ecologista húngara Levegö Munkacsoport pleiteó sin éxito, denunciando el estado de las presas de residuos de la empresa, pero los tribunales sentenciaron que todos los documentos y protocolos estaban en orden. Se habló entonces de presiones de parte de Ferenc Gyurcsány, primer ministro hasta marzo del año pasado. Gyurcsány tuvo un papel clave en la privatización del aluminio, cuando MAL, fundada en 1963, fue privatizada en 1991. Por el camino, este líder ahora socialdemócrata se convirtió en uno de los hombres más ricos del país. El accidente ha dado la razón a la oenegé que denunciaba que MAL no gestionaba bien los residuos del aluminio.

Prevaricación, privatización y desfachatez, son los títulos de esta universal situación. La empresa se descolgó ayer con un comunicado en su página web asegurando que "hasta el momento no se han podido precisar cuáles fueron las causas de la catástrofe" y diciendo que el barro rojo derramado "no es considerado residuo peligroso según los estándares de la Unión Europea". Su línea de defensa va a ser la de que este año muy lluvioso -ha llovido el doble de lo habitual- fue el responsable de que la presa se rompiera: una "catástrofe natural".

El jefe de MAL, Lajos Tolnay, puesto 21 en la lista de los húngaros más ricos, con una fortuna de 85 millones de euros, ha mencionado los 3.000 puestos de trabajo "que se pueden perder si este fin de semana no se reemprende el trabajo" en la planta de aluminio, suspendido por orden gubernamental desde el miércoles. "La empresa quebrará, porque perderemos cuota de mercado", asegura. El proceso industrial del aluminio no puede detenerse. Mantener los hornos a miles de grados a base de electricidad sin producir es ruinoso, pero la desfachatez salta a la vista.

MAL obtuvo 2.700 millones de beneficios en el 2006 y declaró 1.300 millones de déficit en el 2009, pero, ¿son estos números fiables, en este mundo de dobles cajas y empresas subsidiarias? La crisis del aluminio no impide que los demás socios de Tolnay, como Béla Petrusz y ÁrpádBakonyi, acumulen unos 60 millones de euros de patrimonio. De momento todo lo que MAL ofrece a los afectados es una indemnización de 400 euros, equivalente al salario de un mes en Hungría.



La cantidad no entusiasma a los damnificados, que se han organizado para un pleito que se anuncia interesante. Su abogado es el ex fiscal György Magyar, un conocido y respetado defensor de causas populares. Se estima que las indemnizaciones que habrá que pagar a los 7.000 afectados ascenderán a decenas de millones de euros.

El primer ministro, Viktor Orbán, dice que un "error humano" es más que probable y augura que rodarán cabezas. Lo primero que hay que explicar es el informe del 21 de septiembre. Podría tener una explicación parecida a la de la sentencia del 2006 contra la oenegé que avisaba del estado de las presas.

El tema merece atención, porque en Hungría hay 30 millones de toneladas de residuo rojo de aluminio, señalaba ayer el diario Nepszabadsag.Cada año se suman a esa masa 600.000 toneladas más, cantidad equivalente a la derramada el lunes sobre esta región. Hay dos presas muy parecidas en Almastüzitö y en Mosonmagyarovar, muy cerca del Danubio, explica Balaszs Tömori, un empleado de la oficina de Budapest de Greenpeace, en medio de una embarrada calle de Kolontar, uno de los pueblos parcialmente asolados. Lleva un mono completo amarillo, con capucha y una espectacular máscara que da un tono nasal a su voz. Le digo que MAL afirma haber cumplido con la legalidad. "Puede ser verdad -replica- y eso es lo peor".

9-X-10, R. Poch, lavanguardia