´Vertidos contra todos´, lavanguardia

Hace ocho días, en Hungría, se produjo el vertido de un millón de metros cúbicos de lodo rojo de una balsa con residuos de la minería del aluminio a unos 170 kilómetros de Budapest. El desastre se debió a la rotura del muro de contención de la balsa, en la que aún hay depositado un volumen de residuos siete veces mayor de lo derramado hasta ahora. Y hasta el momento, el vertido ha provocado la muerte de siete personas y más de un centenar de heridos.

El desastre forma parte de la larga cadena de accidentes o negligencias en la actividad industrial que han causado grandes tragedias. La lista es interminable. El desastre de Seveso, en 1976, fue un accidente que se produjo en una planta química en el municipio de Seveso, en las proximidades de Milán. La planta industrial pertenecía a Industrie Chimiche Meda Società (Icmesa), una subsidiaria de Givaudan, la cual era a su vez una subsidiaria de Hoffmann-La Roche, y la fuga de una toxina denominada TCDD alcanzó a la población. En 1984, en la región de Bhopal (India), se registró la fuga de 42 toneladas de isocianato de metilo en una fábrica de pesticidas propiedad de la compañía estadounidense Union Carbide. El accidente se produjo al no tomarse las debidas precauciones durante las tareas de limpieza y mantenimiento de la planta. Murieron unas 25.000 personas. Todavía es reciente el vertido de petróleo en el golfo de México por parte de la compañía BP. El pasado mes de abril, una plataforma petrolífera estalló y provocó el mayor vertido accidental de petróleo en el mar de la historia. Sólo el vertido intencionado al golfo Pérsico de ocho millones de barriles perpetrado por soldados iraquíes en 1991, durante la primera guerra del Golfo, supera al de la plataforma de BP frente a Nueva Orleans. Y ayer mismo, una mancha de residuos de hidrocarburos se extendió por unas 146 hectáreas, posiblemente procedente de la refinería de Asesa, frente a las costas de Tarragona.

Todos estos desastres son un recordatorio de cómo la actividad industrial conlleva enormes peligros medioambientales. La industria es necesaria. Sin ella, el grado de desarrollo que ha alcanzado buena parte de la humanidad no habría sido posible. Pero nada nos impide ver la parte negativa de esta actividad económica. La industria crea riqueza, pero cuando crece sin control, o regateando en los sistemas de seguridad, se convierte también en una grave amenaza para la sociedad. Y eso sólo se puede tratar de evitar con más vigilancia y responsabilidad. Dos cosas que, posiblemente, han fallado en el desastre de Hungría.

12-X-10, lavanguardia