China presiona a Noruega por el Premio Nobel de la Paz

Tras recibir el Nobel de la Paz en prisión, el disidente Liu Xiaobo ha conseguido que le cambien el menú de sopa de verduras por otro más nutritivo de arroz, según manifestó ayer su esposa, Liu Xia, en una conversación sui géneris con Associated Press antes de que su móvil fuera desconectado. Liu Xia permanece en arresto domiciliario desde la noticia del Nobel y sólo puede ver a sus dos hermanos. La policía va con ella cuando sale e internet es su única ventana al mundo. La UE ha pedido a Pekín que le levante el arresto y le permita recoger el Nobel el 10 de diciembre.

China ha convertido la concesión del premio Nobel de la Paz al disidente Liu Xiaobo en una cruzada nacional. Sus amenazas a Noruega, llevadas ayer a la práctica con la suspensión de una reunión ministerial, alimentan las voces críticas con Pekín. La cerrazón mostrada por las autoridades chinas hacia la adjudicación del galardón a Liu ha tenido el efecto contrario y se ha convertido en el principal altavoz de la causa de este activista que cumple una condena de once años.


Liu Xia & Liu Xiaobo

El Gobierno cumplió ayer su amenaza de que otorgar el Nobel de la Paz a Liu dañaría las relaciones bilaterales y empezó a castigar a Noruega, a quien considera culpable de que el Comité de los premios Nobel le diera el galardón al activista encarcelado. Con un escueto "sí", Ragnhild Imerslund, la portavoz del Ministerio de Exteriores noruego, confirmó ayer que Pekín había suspendido la reunión que iban mantener mañana la responsable de Pesca noruega, Lisbeth Berg-Hansen, con el viceministro chino del ramo en la capital china. Se trata de la primera medida de retorsión que las autoridades chinas han adoptado contra Noruega.



Lisbeth Berg-Hansen se encontraba ayer en Shanghai visitando la Expo y tenía previsto viajar hoy a Pekín. La ministra noruega reiteró una vez más que "el comité del Nobel es independiente del Gobierno y del Parlamento", y añadió que "por lo tanto no hay motivos para tomar medidas contra Noruega si a alguien no le gusta el ganador del premio", declaró al diario Dagbladet de su país.

El tema pesquero es un asunto importante en las relaciones entre los países. Noruega y China son los dos principales exportadores de pescado del mundo. China procesa el salmón noruego y lo exporta a Japón, con lo que las compañías noruegas del sector se verían seriamente afectadas si Pekín decide aplicar medidas de retorsión en respuesta a la concesión del Nobel de la Paz a Liu. Además, ambos países están negociando un acuerdo de libre comercio.

La dureza con que China ha reaccionado a la adjudicación del premio a Liu ha provocado el efecto contrario al deseado por las autoridades chinas. Pekín prohibió a los medios de comunicación del país difundir la noticia y mantener en el anonimato a Liu. Sin embargo, con su forma de actuar el Gobierno chino se ha convertido en el principal altavoz de la situación de Liu. Primero, llamando a consultas al embajador noruego, y luego, suspendiendo una reunión con una ministra de este país. A ello se suman las detenciones a disidentes y simpatizantes de Liu. El domingo pusieron, en la práctica, bajo arresto domiciliario a su esposa Liu Xia y ayer miembros de las fuerzas de seguridad impidieron que un diplomático europeo la visitara.

Esta actitud ultradefensiva también fue criticada ayer por el Dalái Lama, premio Nobel de la Paz en 1989. "Debe cambiar", dijo el líder espiritual tibetano a la agencia japonesa Kyodo en una escala en el aeropuerto de Tokio. Tras lamentar que "el Gobierno chino no aprecie las diferentes opiniones", el Dalái dijo que "la construcción de una sociedad abierta y transparente es el único camino para salvar a todos los pueblos de China", y deploró que "algunos radicales dentro del Gobierno chino sigan anclados en la vieja manera de pensar".

La situación es cada vez más embarazosa para el Gobierno chino. Desde que se dio a conocer el nombre del ganador del Nobel de la Paz, gobiernos y organizaciones de todo el mundo no han cesado de reclamar la liberación de Liu. Francia reiteró ayer su llamamiento para que liberen a este escritor, a través del portavoz de Exteriores, quien también manifestó su preocupación por la situación de su esposa, Liu Xia.

Y además el tiempo corre en contra de China. Todo el mundo se interroga sobre quién recogerá el galardón de Liu Xiaobo el próximo 10 de diciembre. Los organizadores son conscientes de que el premiado no asistirá, pero desconocen quién lo hará en su lugar. En el encuentro que ambos esposos mantuvieron el domingo en la cárcel de Jinzhou, el galardonado expresó a su esposa el deseo de que fuera ella quien viaje a Oslo. Pero este anhelo parece poco probable que se cumpla, ya que Liu Xia permanece bajo arresto domiciliario.

Para China es una ecuación compleja de resolver. Si no va nadie a recoger el premio, el Gobierno chino quedará en evidencia, y si va alguien del entorno de Liu Xiaobo, será dar alas a la disidencia. Difícil papeleta para Pekín.

Desde Estados Unidos se han levantado voces críticas a la concesión del Nobel de la Paz a Liu Xiaobo. Varios disidentes chinos exiliados, entre ellos Wei Jingsheng, cuestionan la oportunidad de haberle concedido el premio. Opinan que es demasiado moderado. "Reforzar a los reformadores moderados anima a la gente a cooperar con el Gobierno, contribuyendo así a estabilizar la situación política y a retrasar el momento en el que el pueblo derribará a la dictadura", declaró a la agencia France Presse Wei Jingsheng, considerado el promotor del movimiento democrático en China. Wei, que pasó cerca de veinte años en cárceles chinas por reclamar la democracia en el país asiático, vive ahora en Washington, después de que las autoridades chinas le dejaran en libertad gracias a una gestión del entonces presidente de EE.UU., Bill Clinton.

12/13-X-10, ap/I. Ambrós, lavanguardia