´¡Qué mal iríamos!´, Eulàlia Solé

Qué mal iríamos si la mujer más famosa de la actualidad fuera la que sale por televisión haciendo gala de bastedad e ignorancia. Sería preocupante por esta respuesta social, pero no sólo por esto, sino también por el fiasco educativo que evidenciaría el personaje en cuestión. Que a preguntas del presentador de un asimismo famoso programa contestara tan campante que la Edad Media es hasta que los seres humanos inventan la escritura desacreditaría hasta un extremo inconcebible la enseñanza obligatoria instituida en nuestro país. ¿De qué le habría servido a la mencionada señora sentarse en los pupitres escolares desde los 6 hasta los 16 años? ¡Qué mal iríamos si en el plató hubiera realmente sucedido lo antedicho!...

Más aún. Si encima se pusiera en circulación una encuesta sobre los votos que obtendría tal fenómeno televisivo en caso de formar un partido político, entonces el desatino perpetrado en demoscopia resultaría descomunal. Por un lado, lo sería por difundir que el hipotético partido obtendría supuestamente tantos votos que quedaría en tercer lugar; por otro lado, porque esta falta de escrúpulos sociológicos se explicaría por la búsqueda y la obtención del provecho monetario por cualquier medio. Y más grave, se devaluaría de forma inadmisible la política, desfigurando el hecho de que los políticos, siendo necesarios para administrar la sociedad, deben hacerlo con rigor y capacidad. "La acción política es una virtud, la única capaz de racionalizar el Estado", escribió Maquiavelo. Bastaría con evocarlo, si es que el pensamiento aún despierta interés.

Qué mal iríamos si, a rebufo de tanto disparate, otros espacios sentaran alrededor de una mesa a periodistas, escritores y demás gente de renombre para hablar de tan insensato asunto; si a tal efecto se armara un gallinero que desmerecería incluso a personajes menos ínclitos que los congregados; si se llegara al insulto por tratar de un tema en sí mismo insultante para la inteligencia. Y qué mal iríamos si esa especie de rueda deforme viniera a formar parte de la vida cotidiana, girando alimentada por la publicidad, los audímetros, los honorarios; si viniera a promover en la sociedad la memez y el infantilismo.

Por fortuna, nada de lo descrito puede ser real; debe de tratarse de una alucinación. Si no, ¡qué mal iríamos!

28-X-10, Eulàlia Solé, socióloga y escritora, lavanguardia