´Más allá del Dom Pérignon´, Mŕrius Carol

Brugal es el nombre de un tsunami que golpea la costa alicantina y que salpica al PP, y en menor medida al PSOE. Un total de 22 implicados del partido conservador y 3 del partido socialista aparecen en el sumario de esta presunta trama de corrupción ligada al negocio de la basura y del urbanismo en Alicante. También aparecen dos empresarios, uno de ellos actual presidente del Hércules. Supuestamente, la compra de voluntades se hizo mediante la entrega de pisos, de dinero y de objetos de lujo. La lectura del sumario parece un catálogo de exquisiteces, pues los regalos de Dom Pérignon, Vega Sicilia, Chivas 21 o Cohibas son citados a menudo, al lado de obsequios en establecimientos como Loewe -"compra lo que quieras, que paso yo y lo arreglo", le dice uno de los empresarios a la esposa del presidente de la Diputación-, lo que demuestra el precio de las voluntades.

Es curioso que, mientras en el PSOE han dimitido dos de los tres implicados, en el PP todo los acusados están quietos parados. Entre los primeros figura el portavoz socialista en el Ayuntamiento de Alicante, al que se le acusa de un supuesto delito de trafico de influencias por haberle pedido al presidente del Hércules un empleo para su esposa y, a poder ser, otro para el hijo de un amigo, en plenas negociaciones para la remodelación del estadio. El regidor, que es secretario local del PSPV, pidió disculpas por haber hecho una llamada telefónica solicitando ese favor y reconoció su error imperdonable.

La dirección de los socialistas valencianos ha agradecido el gesto del concejal, que no ha admitido ningún trato de favor hacia el empresario. Y es cierto que no es exactamente la mismo la acusación de recibir dos pisos valorados en un millón de euros, como es el caso del presidente de la Diputación, a cambio de beneficiarse del Plan de Ordenación Urbana, que el intento de conseguir un puesto de trabajo por tener buena disposición.

Vivimos tiempos revueltos, donde los valores han sido puestos en almoneda. La crisis no es sólo económica sino también moral. Leyendo el sumario de Brugal, donde los sobres con dinero, los regalos caros y las propiedades inmobiliarias son la contraprestación de cambios urbanísticos interesados y de adjudicaciones fraudulentas, en los que intervienen conocidos promotores y destacados políticos alicantinos, uno piensa que costará mucho regenerar este país. Pero también se advierte que la precariedad de la realidad presente está convirtiendo un puesto de trabajo para un familiar en un favor superior a ningún otro, porque el empleo en un país de cuatro millones y medio de parados resulta un bien sumamente escaso y extremadamente valorado. Y que un político puede ablandarse más con un contrato indefinido que con un apartamento con vistas. En este sentido, hay miserias más allá del Dom Pérignon.

31-X-10, Màrius Carol, lavanguardia