´El Papa y Gaudí´, Luis Racionero

Me parece altamente encomiable el gesto de Benedicto XVI de acudir personalmente a la consagración del templo "expiatorio" de la Sagrada Família, una mitológica empresa iniciada hace más de un siglo y que se aproxima a su coronación. He colocado entre comillas "expiatorio" para remarcar que pese a simpatizar con la visita del Papa y lo que él representa, no puedo comulgar con sus ideas. Expiatorio implica que hay algo que expiar y eso debe venir del pecado y ese, a su vez, de la culpa, y ya estamos en plena teología tomista, que no me convence nada, porque se basa en dos hipótesis innecesarias, que son la culpa y la separación del creador y su creación. Esos dos dogmas separan el cristianismo de filosofías orientales más lógicas como el budismo, el taoísmo y el zen.

La culpa es un invento sumerio copiado por los autores -o autoras- de la Biblia, y la negación del panteísmo un capricho más del concilio de Nicea. Decía Lin Yutang que para hacer cristiano a un chino, primero había que convencerle de que es culpable. La ausencia del mito del pecado original en las cosmogonías de Asia elimina de esas culturas la sensación de culpa con que aquí se nos obsequia al nacer. La presencia del panteísmo en esas cosmogonías incluye en sus culturas el respeto a la naturaleza y los demás seres vivos, que aquí hemos tenido que recuperar llamándolo ecología.

6-XI-10, Luís Racionero, lavanguardia