ŽLos problemas del aguaŽ, Francesc La Roca & Abel La Calle

El problema fundamental del agua en España es el deterioro generalizado de los ecosistemas acuáticos. La directiva marco del Agua del año 2000 trata de evitar deterioros adicionales y lograr la restauración y conservación de los ecosistemas acuáticos para garantizar el uso a largo plazo. Ese debería ser también el eje de la renovación de la política de aguas española.

Para apreciar la contribución de los ecosistemas acuáticos a nuestro bienestar, hay que valorar los costes derivados de los usos del agua. Para estimarlos, hay que contar con la gente, pues muchos elementos de los ecosistemas no tienen mercado ni precio. Y para distribuir los costes entre los beneficiarios hay que aplicar el principio de que quien contamina paga.

Las resistencias a este enfoque provienen de quienes se han apropiado y se apropian de un bien común como es el agua, sin asumir los costes del deterioro que conlleva su uso. Estos agentes, entre los que destacan regantes y eléctricas, han mostrado capacidad política para recaudar pingües beneficios trasladando los costes a otros. Algunos políticos han descubierto que la manipulación demagógica de los temas del agua puede ofrecer rendimientos electorales a corto plazo. El PSOE presentó el documento Gestión sostenible del agua. Hacia un gran pacto social el 20 de septiembre. Este texto atiende poco a la solución actual de los problemas y se centra en una propuesta imprecisa de futuro lejano. Propone crear un ente gestor global, por encima de las confederaciones, que requeriría un acuerdo nacional con la oposición, una modificación sustancial de la ley de Aguas y reestructurar las administraciones hidrológicas.

En este contexto, el plan hidrológico de las cuencas internas de Catalunya es una corriente fresca de esperanza. Está en su última fase de aprobación, desde que recibió el visto bueno de la Agència Catalana de l´Aigua (ACA) el 16 de septiembre. Es el mayor esfuerzo hecho en el Estado para un uso sostenible del agua. El texto es complejo, se puede mejorar y requiere de mucho trabajo para hacerlo realidad. Pero es una buena práctica de transparencia social, objetividad técnica y buena administración. La ACA lo ha elaborado creyendo en su tarea para construir una mejor gestión del agua y sus ecosistemas, con la sociedad civil. Un ejemplo de que se puede hacer política abordando los problemas en su raíz. ¿Serán radicales?

12-XI-10, Francesc La Roca & Abel La Calle, profesores de las universidades de Valencia y Almería, respectivamente, lavanguardia