´¿Quién pagará las autopistas de peaje de Madrid?´, César Molinas

Catalunya y Madrid han financiado sus autopistas y autovías de manera muy diferente. Desde que se comenzaron a construir en la década de los sesenta del siglo pasado, las autopistas catalanas han sido financiadas por sus usuarios mediante los correspondientes peajes. Comenzadas más tarde, las autovías de Madrid se financiaron con cargo al presupuesto público. Esta asimetría provocó quejas de algunos catalanes por tener que pagar la totalidad del coste de sus autopistas y, además, una parte substancial del coste de las de Madrid. Pasaron los años y la infraestructura de transporte española, tercermundista hace cinco lustros, se transformó en una de las mejores del mundo gracias, en buena parte, a la ayuda europea. Hace una década comenzaron a construirse las llamadas autopistas Radiales de Madrid (R-2, R-3, R-4 y R-5), la autopista al aeropuerto de Barajas y la Madrid-Toledo. El objetivo principal era descongestionar el tráfico de entrada y salida de Madrid por las autovías de Barcelona, Valencia, Andalucía, Extremadura y Toledo.

La no disponibilidad de financiación europea para abaratar las obras, las restricciones presupuestarias del Estado y el carácter lujoso de las nuevas autopistas -superpuestas a una buena red de autovías ya existenteaconsejaron que, esta vez sí, fuesen financiadas por los usuarios-.

A tal efecto, se hicieron unas previsiones de tráfico que, con el tiempo, se revelaron temerarias: el tráfico real en estas autopistas no llega al 30% del que se proyectó inicialmente. Y no es por la crisis: en los años del boom tampoco las usaba nadie. Da igual. Sobre la base de estas previsiones se construyen las autopistas que serán explotadas por unas concesionarias que se encargarán de pagar la obra a las constructoras y de cobrar los peajes. Lo llamativo del caso es que los principales accionistas de las concesionarias son, precisamente, las constructoras. En otros países esto se consideraría inaceptable, pero aquí en España nadie lo consideró irregular. Una vez constituidas, las concesionarias piden dinero prestado a bancos y cajas ycon este dinero pagan a las constructoras (simplificando mucho, las constructoras se pagan a sí mismas). El beneficio está ya asegurado. A renglón seguido, constatando la ausencia de tráfico en las autopistas, las concesionarias amenazan con declararse en quiebra, arrastrando consigo a parte del sistema financiero, si no reciben dinero del presupuesto público. Brillante.

21-XI-10, César Molinas, fundador de Multa Paucis, exdirector de Merril Lynch, lavanguardia