´El tigre frente al dragón´, Brahma Chellaney

El tigre frente al dragón
Xavier Batalla, LV, 18-X-03.

China es mucha Asia, pero no toda Asia, donde hay otras potencias emergentes, como India, o en vías de recuperación, que es el caso de Japón, ahora visitado por George W. Bush. Cuando se quiere señalar a un rival asiático para China, normalmente se repara en Japón, que sigue siendo la segunda economía del mundo. A India, por lo general, se la considera un competidor menos temible. Sin embargo, un profesor de Ciencias Políticas del Massachusetts Institute of Technology y otro de la Harvard Business School han elaborado un estudio cuya conclusión es provocativa: el futuro pertenecerá a India.

Los datos que se utilizan para comparar China con India son conocidos. Los chinos tienen orden, disciplina, teléfonos, carreteras, menos pobreza, más inversiones extranjeras, mayor crecimiento económico y más armamento nuclear. Los indios disfrutan de la democracia, de un mayor conocimiento del idioma inglés y de un considerable arsenal atómico que apunta hacia su enemigo histórico, Pakistán, que también tiene armas nucleares; pero los indios, que tienen menos inversiones extranjeras, sufren el caos, los teléfonos y las carreteras en mal estado y una pobreza mayor. La cuestión, por tanto, parece clara. Pues no es así, según los profesores Yasheng Huang, de origen chino, y Tarun Khanna, nacido en India, que han publicado su análisis en “Foreign Policy”.

La tesis de que el tigre indio puede atrapar al dragón chino en el plazo de unos veinte años ha hecho famosos a estos dos profesores en India. Los indios, que acaban de hacer las paces con Pekín seguramente a costa de su apoyo al Dalai Lama, se las prometen muy felices. Y razones no les faltan. India y China, que se han pasado medio siglo a la greña por cuestiones territoriales, tienen modelos económicos y políticos distintos, pero se parecen por su nacionalismo y por la liberalización económica. El Partido Comunista Chino abrió las puertas al capitalismo en 1978; en India el modelo socializante del Partido del Congreso empezó a liberalizarse en 1991. Hoy, Mao y Nehru son historia.

El éxito chino se explica por las inversiones extranjeras, trece veces más cuantiosas que las recibidas por India. Y China también se beneficia de una diáspora más numerosa y más rica. Pero China tiene los pies de barro, según los citados profesores, porque se apoya en las empresas extranjeras para no inventar sus propios capitalistas. India, por el contrario, tiene empresas nacionales que compiten con las mejores de Europa o de Estados Unidos. Los casos de las compañías de software (Infosys Technologies Ltd) y farmacéuticas (Dr. Reddy's Laboratories Ltd) son, en este sentido, paradigmáticos. India, sin embargo, no lo tiene todo a su favor. “The Economist” ha sentenciado que India no es más débil que China a causa de su democracia, sino por la burocracia y la intolerancia. No le falta razón, aunque el modelo chino, que no tiene a la democracia en el mismo altar que a la bolsa, tampoco destaca por su carácter antiburocrático. Pero el confesionalismo hindú del Gobierno y la tensión con los musulmanes son una amenaza para la buena imagen que tenía la India de Nehru.

China ha crecido anualmente, en la década de 1990, un 9,6 por ciento; India, un 5,5 por ciento. China ahorra un 40 por ciento; India, un 24 por ciento. Es decir, China depende más de las inversiones extranjeras; India exporta servicios financieros, comerciales o médicos, por lo que las multinacionales occidentales se cuentan entre sus clientes. El tigre no es tan poderoso como el dragón, pero a los indios el inglés no les suena a chino.