´El doblaje de los catalanes´, Enric Juliana

España entera recibe estos días continuos masajes de la nación catalana. He escrito bien: masajes. Masajes audiovisuales. La costumbre de subtitular los cortes de voz en catalán -práctica instaurada en los años ochenta por TVE, con el indisimulado propósito socialista de torpedear el incipiente Partido Reformista de Miquel Roca- acentúa la sensación de extranjería. La lejana Catalunya. Ese mundo del que ya es costumbre hablar con recelo; por instinto; por automatismo; porque es la consigna; porque es lo que quieren los jefes; porque mola; porque los del tripartito lo han puesto a huevo; porque la fobia, una vez instalada, funciona sola; porque esa es la deriva de España. Hay masaje estos días. Catalunya, lejana y subtitulada. Un mundo en sí mismo, con sus problemas y sus líos, que en la calle no provoca las altas fiebres de la opinión publicada. Simplemente, "los catalanes". Ellos.

Ningún medio de comunicación se ha planteado estos días la posibilidad de dejar fluir tranquilamente las voces en catalán, para estimular el esfuerzo de comprensión y, poco a poco, fomentar la familiaridad. El euskera, evidentemente, necesita traducción. Y el gallego es de la familia. La lengua de Rosalía de Castro, antaño humillada como habla de aldeanos, ahora la dejan fluir tranquilamente en radio y televisión, como tuvimos ocasión de comprobar durante las elecciones autonómicas del 1 de marzo del 2009 (Alberto Núñez Feijóo celebró la victoria del Partido Popular con un discurso íntegramente en gallego, sin subtítulos ni doblaje.) Al catalán se le aplica la ley de Extranjería, lo cual nos da una idea muy exacta del punto en el que nos encontramos después de todas las peripecias de los últimos siete años.

30-XI-10, Enric Juliana, lavanguardia