“Pragmatismos“, Jordi Graupera

El filósofo norteamericano Charles Peirce (1839-1914) se hizo famoso, ya muerto, por su semiótica; pero el hijo predilecto de sus reflexiones fue el pragmatismo. El pragmatismo niega los argumentos de la intuición, la convicción o la creencia. Sólo conocemos a través de los efectos que las cosas tienen sobre el mundo, y una vez podemos aventurar qué otras consecuencias podrían tener estos efectos, hemos llegado al límite de nuestro conocimiento. Adquirirlo es una empresa colectiva, en la que las miradas de los demás cuestionan los propios hallazgos, llevan a la corrección y a la formulación de nuevas hipótesis. La realidad y el conocimiento son dinámicos, sólo nuestras obcecaciones son estáticas.

Hasta el 2003, vivimos el "pragmatismo pujolista", basado en mantener las formas a cambio de ir reconstruyendo en la retaguardia un país devastado. Las consecuencias incluyen una generación de individuos educados en democracia, en catalán, sobrealimentados, y vestidos con la más poderosa de las ficciones; si uno quiere algo, debe poder conseguirlo. El pujolismo no era una mentira, como no lo son las viejas hipótesis, pero nos ha llevado a dos colapsos: habitamos los límites de la España legal y moral; yuna generación entera vive fuera de ella, en términos psicológicos. También hemos sido testigos del pragmatismo tripartito, basado en el gobierno amigo, el fantasma federal y en darle a la gente algo de dialéctica materialista. En otras palabras, pasamos de la psicología a la psiquiatría, de lo simbólico a la pastilla. Sus efectos se ven en los bonos y en 600 páginas de sentencia del TC sostenidas en una única idea. Si algo está en la ley, es. Peirce se echaría a reír. Fijarse en el signo y no en lo que representa es mero dogmatismo y niega la realidad que ordena.

El domingo ganó Artur Mas a bordo de un nuevo pragmatismo. Se dice que CiU ha vuelto cuando ha recuperado las formas esotéricas de la ambigüedad. Él mismo lo llama "síntesis de sensibilidades". Peirce se pondría a aplaudir. Sin embargo, estaría bien no confundir la ambigüedad con el vacío. La nueva ambigüedad tiene sus mínimos en Pujol y enel fracaso tripartito. Si Pujol murió de éxito, el tripartito acaba de morir de pura confusión. Anteponiendo la "cohesión social" a la "cohesión nacional", confundió su división mental, ideológica, con la realidad, mientras el país se hundía. Fueron estáticos, y la realidad les desmintió con su dinamismo.

Mas tiene la oportunidad ser un auténtico pragmático, como lo han sido los electores. Las consecuencias son las que son, poco más podemos afirmar del mundo. España se ha ahogado en esta tormenta por la ineficacia de sus instituciones, tan estáticas, tan dogmáticas, tan corruptas, tan poco pragmáticas. El soberanismo y la independencia son puro regeneracionismo. Este es el liderazgo pendiente de Catalunya en España. El verdadero pragmatismo está por llegar, o la realidad volverá a pasarnos por encima. Por si acaso, estoy seguro de que Alfons López Tena no se cansará de hacerlo explícito cada vez que tenga la oportunidad. Peirce también aplaudiría eso.

30-XI-10, Jordi Graupera, lavanguardia