el Rule of Law USA protege a Julian Assange (no así la Razón de Estado europea)

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Pese al furor en Estados Unidos para detener y juzgar a Julian Assange, el jefe de la organización Wikileaks, la ley estadounidense ofrece escasos resquicios. Mientras políticos de la oposición piden declarar a Assange un terrorista a la altura de Osama bin Laden, la Administración Obama dice estar investigándole y buscando las vías para llevarlo a los tribunales.

El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, ha acusado a los responsables de "criminales". Washington cree que la difusión en cuentagotas de 250.000 cables diplomáticos - a la que se suma la difusión, en meses anteriores, de informes militares sobre Afganistán e Iraq-no sólo amenaza los intereses nacionales de EE.UU. sino que pone vidas en peligro. Algunos políticos republicanos se han preguntado cómo es que el Gobierno federal es capaz de clausurar páginas de internet de productos falsificados y no puede -o no quiere- cerrar la página de Wikileaks, que alberga los controvertidos documentos.



En el caso Assange colisionan dos leyes: la de espionaje, que data de la Primera Guerra Mundial, y la primera enmienda de la Constitución, fundamento de la arquitectura democrática estadounidense, que establece como principio la prohibición de limitar la libertad de expresión o de prensa.

La referencia es la sentencia del Tribunal Supremo que en 1971 permitió a The New York Times publicar los papeles del Pentágono, unos documentos top secret -más confidenciales y sensibles que los actuales- sobre Vietnam cuya difusión, según la Administración Nixon, ponía en peligro la seguridad nacional.

Hasta ahora, como norma general, la justicia estadounidense ha castigado a quienes han filtrado información secreta -el soldado sospechoso de entregar los documentos a Wikileaks, Bradley Manning, se encuentra detenido- más que a quienes la han publicado. Aquí interviene otra cuestión: ¿es Assange un periodista y Wikileaks un medio?

Si la respuesta es que sí, Wikileaks está tan protegido por la ley como The New York Times y los otros medios que han publicado la información. Precisamente por este motivo la Administración insiste estos días en que Assange no es periodista, lo que incluye defender, como ha hecho el portavoz del departamento de Estado, el derecho de los medios de comunicación tradicionales a publicar informaciones sobre los documentos filtrados.

La principal línea de ataque contra Wikileaks es que fue cómplice en la filtración, es decir, que incitó al soldado Manning y orquestó el "robo" de información confidencial. En este caso, Assange dejaría de ser un periodista para ser partícipe de la conspiración, lo que facilitaría procesarlo según la ley de espionaje. Pero incluso así resultaría complicado, según el jurista Baruch Weiss, citado por la agencia Bloomberg, porque habría que demostrar que su objetivo específico era dañar la seguridad nacional.

El gigante americano de la distribución on line Amazon ha dejado de albergar a Wikileaks, anunció ayer el senador estadounidense Joe Lieberman. El sitio era ayer inaccesible desde algunas partes del mundo. Lieberman alabó la decisión de Amazon y dijo que "debería ser un referente para las otras empresas que usa Wikileaks para difundir ilegalmente su información".

Es oficial: Julian Assange, de 38 años, natural de Australia, es ahora el hombre más buscado del planeta. Interpol publicó este martes una "notificación roja" contra él, lo que equivale a incluirlo en la lista de individuos más buscados del mundo.

La circular fue emitida a petición de la justicia sueca, que lo está investigando por supuestos delitos sexuales cometidos en su territorio. La orden no sólo pone en alerta a los cuerpos de seguridad de los 188 países que forman parte de esta organización policial, sino que también pide a todos los ciudadanos que se pongan en contacto con las autoridades en caso de tener información relevante sobre el sospechoso.

Desde el primer momento, Assange ha rechazado las acusaciones que se le imputan, tras las que no ve otra cosa que una campaña orquestada por Estados Unidos para desacreditarlo y acabar con Wikileaks, la organización especializada en filtraciones que fundó hace cuatro años. No por nada, su abogado, Björn Hurtig, considera "muy sorprendente" el hecho de que la Interpol haya decidido adoptar "medidas tan extremas" precisamente ahora, pocos días después del inicio de la tercera gran filtración de Wikileaks.

Si las fugas de noticias precedentes se encargaron de ventilar las vergüenzas de Estados Unidos en las guerras de Afganistán e Iraq (400.000 documentos), esta vez los 250.000 textos amenazan con socavar la credibilidad de la diplomacia norteamericana en todo el mundo. Un portavoz de Wikileaks, Kristinn Hrafnsson, reivindicó ayer el derecho de la gente a saber. "Si la estabilidad global depende de las mentiras y opacidades, quizás necesite un poco de agitación".

El abogado Hurtig no duda en asegurar que algo "huele mal" en esta investigación, no sólo por el tempo, sino también por la actitud de las autoridades suecas ante un caso de violación catalogado de "menor" por la misma justicia del país. A ello, se añade el rechazo de la fiscal superior, Marianne Ny, a aceptar que Assange testifique desde el extranjero. Aun con todo, la defensa de Julian Assange, en su último intento por evitar la extradición, presentó ayer un recurso de apelación en segunda instancia ante el Tribunal Supremo en el que vuelve a poner sobre la mesa la posibilidad de que el interrogatorio pueda llevarse a cabo por videoconferencia desde el extranjero.

Sea como sea, lo cierto es que la sombra de la conspiración ha rodeado este proceso desde su nacimiento. Los problemas de Assange con la Justicia sueca comenzaron el pasado 20 de agosto, cuando una fiscal de guardia emitió una primera orden de captura por un presunto delito de violación, decisión que fue revocada tan solo 24 horas después por la fiscal jefe, que redujo los cargos a un delito menor de acoso. Sin embargo, la extraña dinámica del caso dio otro giro poco más tarde, cuando la fiscal superior Ny tomó las riendas del asunto y reabrió la investigación por violación, que culmina ahora con la orden internacional de arresto difundida por Interpol.

Con los servicios secretos estadounidenses pisándole los talones, Assange vive en un estado de fuga perpetua. Lo último que se sabe de él es que estuvo en el Reino Unido en noviembre. Se supone que se mueve regularmente de un lugar a otro y que sólo permanece en un mismo sitio por un breve periodo de tiempo. Y es que motivos para llevar este tipo de precauciones no le faltan. Aparte de la orden de arresto emitida por Suecia, Australia, su país natal, también está investigando si ha infringido alguna de sus leyes, mientras que en Estados Unidos el departamento de Justicia contempla la posibilidad de enjuiciarle por violación de la ley de Espionaje.

Por si fuera poco, Ecuador, el único país que hasta ahora se había dicho dispuesto a acogerle, retiró ayer su oferta de residencia sin dar más explicaciones.

3/2-XII-10, G. Moreno/M. Bassets, lavanguardia