muchas ONGs, cómplices habituales de los liberticidas

Cada día muere una mujer a causa de la  violencia sexual en la República Democrática del Congo (RDC); desde el año 1996 se han contabilizado más de 200.000 violaciones; el hospital de referencia de Bukavu, en el este del país, asiste cada día a 14 víctimas de violaciones..." Adèle Safi Kagarabi sigue vomitando cifras espeluznantes sin parar: "Desde niñas de ocho años hasta ancianas de 75 son víctimas de las agresiones". Esta activista de los derechos de las mujeres en la RDC luce un colorista vestido pero su sombrío rostro lo dice todo. "Si entrara en detalles estaría hablando días y días, el mundo tiene que actuar ya". Kagarabi, representante de la Marcha Mundial de las Mujeres de la RDC, ha llegado esta semana a Barcelona para explicar la situación que sufre la mujer en su país desde que estalló la guerra, formalmente zanjada en el 2003, y se avivó la pugna por los recursos naturales en esta codiciada zona de los Grandes Lagos.

¿Qué hacen las agencias internacionales y las oenegés para frenar la violencia contra las mujeres en la RDC?

Tenemos muchas oenegés, muchas banderas, muchos coches, muchos despachos climatizados, muchos funcionarios, muchos expatriados a sueldo de organizaciones internacionales... ¿Y qué hacen? ¿Qué hace la ONU? Eso es lo que nosotros nos preguntamos. Desde que llegó la misión de las Naciones Unidas empeoró la situación, en las zonas donde su presencia es más numerosa es donde se producen más casos de violencia. ¿Son cómplices?



¿Nadie se salva?

La presencia de oenegés debería haber hecho cambiar la situación, pero no. Llegan oenegés pequeñas, sin recursos, y recurren a fondos de la ONU que podrían destinarse directamente a la población local. Además, estas organizaciones deberían contratar a personal del país en lugar de traer a expatriados. Aunque debo reconocer que no todos lo hacen mal, un ejemplo positivo es el del Fondo de Naciones Unidas para la Población que está realizando un buen trabajo sanitario con las mujeres.

Kagarabi habla con la contundencia y también la vehemencia que impone la desesperación y la impotencia ante la perpetuación de una situación que escandaliza a todo el mundo pero que sigue enquistada en la RDC. "Esto no se soluciona sino se va a la raíz del problema. La causa es simple: la lucha por los recursos naturales de nuestro país".

¿Cuál es la relación entre la pugna por el coltán, el oro, el petróleo... y las agresiones a la mujer?

Nos quieren hacer creer que la violencia responde a las tensiones étnicas, pero no es así. La causa de las violaciones y de todo tipo de agresiones a la mujer es la guerra por los recursos naturales. Las multinacionales desarrollan una estrategia para desestabilizar al país, provocar conflictos y llevarse nuestro oro, nuestro coltán... La expoliación nos deja en la miseria y genera más agresividad.

Kagarabi destaca que las mujeres son "la columna vertebral de las comunidades congoleñas, la fuerza económica de las familias.

Encarrilan jornadas de 16 horas de trabajo, en el campo, en el pequeño comercio, cuidando a los niños..." El ataque a las mujeres se convierte en una suerte de extorsión al pueblo, se juega con el miedo que convulsa y debilita a la sociedad. "Llegan los grupos armados y violan, torturan y asesinan a las mujeres, son el botín de guerra para desmoralizar y deshonrar al enemigo. Si tienes una comunidad débil es más fácil hacer lo que quieres: utilizan el cuerpo de la mujer para atacar al pueblo", relata Kagarabi, que lucha por mejorar la situación desde la secretaría ejecutiva de la Plataforma de Organizaciones de Mujeres de Kivu-sur.

Al preguntar a Kagarabi si ha sufrido en sus propias carnes la violencia, se levanta y hace ademán de bajarse la falda para mostrar la huella dejada por dos balas. "Yo voy donde no llegan ni funcionarios de la ONU, ni oenegés, voy a comunidades donde por la noche las mujeres huyen de sus casas y se encaraman a los árboles, donde duermen, para evitar a los grupos armados".

¿Sabe lo que es vivir en paz?

Sí, antes de la guerra teníamos problemas de empleo, de pobreza, pero no vivíamos tan mal. Ahora es terrible. Los niños mueren o los reclutan, las mujeres son forzadas varias veces y se ven obligadas a dejar el campo para irse a la ciudad, lo que provoca más miseria. Antes yo podía ir de vacaciones a mi pueblo natal, pero no he podido regresar ni he tenido la oportunidad de mostrárselo a mis hijos.

Kagarabi, durante una charla el pasado jueves en el Centre Internacional de Premsa de Barcelona, no fue capaz de esbozar sonrisa alguna. Su rostro lo decía todo y tras gritar: "No quieren que el Congo se desarrolle, quieren tenernos arrodillados para seguir explotándonos" rompió a llorar. "La mujer africana vive cada día un drama, no hay más que ver esas imágenes de madres que no superan los 40 kilos cargando fardos de cien y a su bebé".

14-XI-10, R.M. Bosch, lavanguardia

Las críticas de Adèle Safi Kagarabi a la eficacia de la "ayuda internacional" enÁfricatambién se han oído esta semana en otros auditorios de Barcelona. "África debería cerrar las puertas a muchas oenegés", remarcó David Sogge, del Transnational Institute de Amsterdam. Para Sogge hay oenegés que "fallan al no tener en cuenta que una de las prioridades es dar las herramientas a la población para que construya estructuras de poder, se haga fuerte para poder presionar a los gobiernos".

Sogge participó el miércoles en una mesa redonda junto a Manel Ollé, profesor de Historia y Cultura china de la UPF, en la que se debatió el papel de la ayuda oficial al desarrollo en la nueva geopolítica africana. Ollé puso sobre la mesa el denominado "acaparamiento" (de landgrab en inglés) de tierras agrícolas africanas por parte de China, una práctica que vienen denunciando desde hace años diferentes organizaciones, entre ellas Grain. "China, con un 20% de la población mundial, sólo tiene un 7% de su superficie cultivable por lo que ha llegado a acuerdos de explotación agrícola en varios países de África",indicó Ollé. La tierra fértil es un activo del que no disponen muchos países, entre ellos China, Kuwait, Omán, Arabia Saudí.., que se han lanzado a la compra o alquiler de miles de hectáreas en África.

De ahí la paradoja que África pase a alimentar a países con más recursos económicos. Para diferentes oenegés y movimientos sociales la lucha contra la apropiación de la tierra en Áfricaya se ha convertido en uno de sus temas prioritarios.

Sogge considera, de hecho, que las grandes compañías, en este caso del sector del petróleo, con intereses en África crean fundaciones que reparten convenientemente fondos como tarjeta de presentación para consolidar su presencia en un país. "En Angola la ayuda que dan las petroleras es superior a la que destinan oenegés, la ONU y otras organizaciones internacionales".

La principal crítica de Sogge a las oenegés es que "siguen tratando a los africanos como niños, infantilizan a la población. Tendrían que esforzarse en construir ciudadanos fuertes y organizados". También lamenta la dependencia de muchas de estas organizaciones de fondos gubernamentales con lo que su "independencia se pone en cuestión", aunque hay "admirables excepciones como MSF o Oxfam en algunos países, entre otras".

Sogge, experto en políticas de ayuda al desarrollo, también advirtió en la mesa redonda, organizada por Igman-Acció Solidària, del peligro de que los servicios públicos de países africanos acometan una suerte de "privatización" al ser asumidos por organizaciones internacionales. "Las oenegés no pueden reemplazar al sector público", concluyó.

14-XI-10, R.M. Bosch, lavanguardia