´Ese gesto bonapartista´, Enric Juliana

A maravilhosa beleza das corrupçoes políticas, / Deliciosos escândalosfinanceiros e diplomáticos, / Agressoes políticas nas ruas, / E de vez em quando o cometa dum regicidio / Que ilumina de Prodígio e Fanfarra os céus / Usuais e lúcidos da Civilizaçao quotidiana! Fernando Pessoa-Álvarode Campos, ´Ode triunfal´, 1914

Hay que ir a Pitis cada cierto tiempo. Pitis es la estación de metro del norte de Madrid donde, arriba, no hay nada. Nada. Un erial azotado por los vientos de Navacerrada; unas calles a la espera de radiantes plusvalías; una farolas sin luz; unos bancos envueltos con plásticos que bailotean el desgarro; un vacío existencial, que ríete tú de Sartre, La náusea,Simone de Beauvoir y los puentes tristes de París; una panorámica futurista y medieval de las nuevas torres de Madrid; un activo en el balance de las cajas de ahorros que no dicen la verdad; y diez minutos de inquietud - quizá más-en un fondo de inversiones alemán. Uno de los poemas del momento español. Hay que ir cada cierto tiempo al desierto de Pitis, estación término de la línea 7, después de Peñagrande, avenida de la Ilustración y Lacoma, para verlo todo un poco más claro. ¿Ver? Meditar. Imaginar. Suponer.

Cuatro puntos cardinales hay en el desierto inmobiliario. Al sur, las deudas enormes (7.200 millones de euros, al menos) que Madrid puede tardar años en pagar, sin el auxilio del Estado, del centro siempre benefactor. Deuda que pesa como una losa en ese intangible llamado riesgo país.Una deuda que en Pitis deviene metafísica: es y no es. Existe como realidad contable y carnal (que se lo pregunten a los angustiados proveedores de la municipalidad), sin apenas dejar huella en el espíritu trabajador, pugnaz y competitivo, muy competitivo, del moderno ciudadano madrileño. En Madrid - lo juro- no se habla de la deuda capital. La ciudad entera da por hecho que, llegado el momento, después de las fiebres electorales de mayo, el Estado proveerá. No cabe en la imaginación popular que Madrid pueda declararse en suspensión de pagos, como California en el 2009. Esas cosas sólo pasan en el extranjero. No se habla de la deuda en los bares. Y la prensa atrincherada, de derechas y de izquierdas, publica sobre ella lo imprescindible. He ahí un maravilloso espacio de consenso periodístico. Concierto de editoriales: Zapatero, escucha, el Estado debe proveer. (En Madrid también se escriben editoriales unitarios). Atención estudiantes de Ciencias Políticas, a ver si resolvéis el siguiente enigma: Madrid, 7.200 millones de deuda y el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón, sin rival, fresco como una rosa y citando, el muy pillo, a Manuel Azaña en su felicitación navideña: "Partiendo de una idea de España, Madrid se obtiene por deducción". Barcelona, 780 millones de deuda, una de las haciendas locales más saneadas y el alcalde Jordi Hereu cayendo en las encuestas y sin la certeza de ser el candidato de un socialismo metropolitano que se teme lo peor. ¿No habíamos quedado en que la economía era la base de la política? Adiós, determinismo marxista.

Al oeste de Pitis, las murallas de Ávila y las dehesas de Extremadura, donde gobierna Guillermo Fernández Vara, una de las mentes más lúcidas del poder meridional del PSOE, una fuerza que hoy teme el aislamiento. Cabe esa hipótesis. Si Alfredo Pérez Rubalcaba no logra sostener el andamiaje en los próximos meses, el PSOE puede acabar convertido en el partido regional del Sur.

Al este, Levante, donde ya se emiten empréstitos como el de Catalunya y nada es exactamente lo que parece. Habrá noticia en Valencia esta semana. El sábado llega el AVE de Madrid a la estación del Nord. Venturosa novedad para todos los valencianos y revelación divina de la España radial. Alta velocidad hacia el centro, paso de tortuga en el Mediterráneo. Más evidente, imposible: entre Castellón y Ascó sigue funcionando una única y solitaria vía, la vía de 1868. El domingo, el TGV de la Société Nationale des Chemins de Fer Français llegará a Figueres. Francia ahora tiene prisa y no ha esperado a que concluyan las obras de Girona y la Sagrera. La Carolingia ferroviaria. Mapas, mapas, mapas. Desde Pitis se ven más claros.

Y al norte... ¡Uf!, al norte, el Directorio Europeo, la Cancillería y los bancos alemanes que quieren cobrar. La Alemania popular que lee el Bild Zeitung (titular reciente: "¿Vamos a tener que rescatarlos a todos?"), la Alemania intelectual que no se atreve a pensar en clave imperial porque en 1945 recibió órdenes muy tajantes al respecto, y la Alemania política, prusiana, luterana y temerosa de la aparición de un partido antieuro. De esa contradicción alemana y principal pende toda la Europa del sur, hoy en estado de alarma. Esa España que necesita el ejército para protegerse de sus furias y de sus incivismos; ese elíptico retorno a 1959, cuando el Plan de Estabilización obligó a aprobar la ley de Movilización Nacional; esa pulsión bonapartista de un poder en apuros, que se niega a sucumbir. Ese aviso general, que desde Pitis se ve muy claro; qué digo claro, diáfano.

12-XII-10, Enric Juliana, lavanguardia