´Lennon, Gaga, Wikileaks...´, Enric Sierra

Hay gente que todavía no se ha enterado de que los tiempos cambian y cae en los mismos antiguos clichés que siendo jóvenes criticamos de nuestros predecesores. Estos días recordamos al mítico John Lennon asesinado a tiros en la puerta de su casa hace 30 años. Según la visión que tuvieron algunos críticos de la época, Lennon fue un hippy que revolucionó la música y dejó huérfanos a millones de fans. Fue un músico que surgió a contracorriente y que, antes de ser encumbrado, no pocos consideraron un melenudo que gritaba y se movía como un poseso ante una alocada masa sin criterio musical. La víspera del aniversario de la muerte de Lennon, y salvando todas las distancias, un nuevo fenómeno musical llamado Lady Gaga compareció en el escenario barcelonés ante miles de fans - nietos de los seguidores de Lennon-que acamparon durante días para ver a su ídolo. Los herederos del cliché tradicional cambiaron los viejos calificativos de la década de los sesenta de "greñudos" o "hippies" por los modernos epítetos "freakies" e "histriónicos". En el fondo, subyace la misma miopía o rechazo ante lo que no encaja con los cánones establecidos. Algo de eso también se escuchó cuando la ahora consagrada Madonna empezó a arrasar en las listas de ventas y lo más suave que la llamaron fue "basta" o "irreverente". Paralelamente, nacen nuevos ídolos impulsados desde internet, como Justin Bieber. Los que critican estos estilos porque salen del convencionalismo se lanzan sin piedad a las yugulares de sus seguidores tildándolos de incultos o freakies, mientras que estos ven como dinosaurios a los críticos.

El mundo cambia como siempre lo ha hecho y también se modifican los hábitos de consumo. Lady Gaga cerró su concierto de Barcelona a las cámaras de televisión ante el enfado de las cadenas tradicionales, pero su concierto está colgado en la red gracias a las miles de cámaras que lo captaron y que han multiplicado su audiencia. La sociedad evoluciona a una gran velocidad y los ciudadanos buscan y encuentran nuevas fórmulas de expresión y de divulgación que se escapan a los férreos controles establecidos. Entender este fenómeno y aprovecharlo es mucho más inteligente que oponerse.

Algo así pasa con Wikileaks. Los jefes de los viejos espías que todavía usan la tinta invisible de Anacleto quieren cortar la cabeza al dueño de esa web por colgar documentos confidenciales que fueron incapaces de proteger. En lugar de pedir disculpas por permitir esa fuga documental y presentar la dimisión, buscan el linchamiento del mensajero que ejerció el derecho universal de la libertad de expresión y de información. Incluso hay voces que claman por el cierre de internet porque "va a ser nuestra perdición". ¿La perdición de quién? Me recuerda a la Inquisición y a otros freakies de su tiempo quemando libros.

13-XII-10, Enric Sierra, lavanguardia