´La educación debería basarse en la ciencia´, A. Toffler

Hace tres décadas, Alvin Toffler se hizo famoso con libros como El shock del futuro y La tercera ola, que fueron los primeros de una larga lista con la que impulsó el estudio científico del futuro, basándose en la prospectiva y la identificación de tendencias. Ahora, con espíritu renovado, Toffler alerta contra todos los integrismos religiosos y los falsos vendedores de certezas.

Acompañado por su mujer, Heidi, con la que lleva décadas de colaboración firmando conjuntamente libros - y con quien responde algunas preguntas-, este famoso pensador ha participado en Madrid en el Forum Mundial de las Tecnologías de la Información, en un acto paralelo al salón SIMO 2005 organizado por HSM.

En charla con este diario, Toffler explica su interés actual por internet y la gestión del conocimiento, que es el tema central del nuevo libro de la pareja.

Y confirma que las ideas centrales de su obra anterior - el salto a la civilización postindustrial y la crisis de modelos causada por los cambios de todo tipo- ya no son conceptos nuevos, pero siguen de plena actualidad.

Como ejemplo, pone el debate sobre la educación. "Los sistemas educativos están desfasados. Se sigue pensando en una sociedad industrial y se instruye a la gente para que vaya a las fábricas de hace cien años. Y luego está el tema de la religión. "La educación para el siglo XXI debería basarse en la ciencia, que es una disciplina racional que se plantea llegar a la verdad, aunque para eso tenga que desmontar mil veces todo lo que se ha dicho antes", afirma Alvin Toffler.

Y añade: "La religión tiene una función social, pero como modelo de aprendizaje no sirve, porque es cerrado y repite lo mismo. Y esto en una sociedad compleja como la nuestra es un error. En EE. UU., ahora hay estados que van a volver a enseñar la teoría creacionista. Y todo para marginar la evolución de Darwin. Es increíble…".

Heidi Toffler aporta el comentario final de la pareja sobre este asunto: "Ya vemos lo que pasa en países árabes con una enseñanza integrista que está contra todo tipo de progreso. El mensaje del integrismo religioso, sea del lado que sea, es muy peligroso. Vende certeza y simplicidad en un mundo cuya complejidad nos agobia. Y para mucha gente el integrismo puede ser una salida fácil, aunque falsa, ante la complejidad".

Toffler sigue en activo como profesor universitario, conferenciante, ensayista y consultor de empresas y gobiernos. Rechaza el termino predicción - "me horroriza porque implica una certeza sobre lo que pasará que no tiene nadie"- y remarca que estamos instalados en la complejidad y que no hay vuelta atrás.

"Mucha gente - dice- piensa que el caos que nos rodea es pasajero. Nolo es. Y todos los cambios, desde el climático al social, pasando por el tecnológico y el político, incluida la aparición del terrorismo, están vinculados. Vivimos en un estado permanente de cambio y no hay vuelta atrás. Yo lo veo como un laboratorio en el que se hacen todo tipo de experimentos - unos buenos, otros malos, algunos horribles y hasta malignos- y en el que nadie tiene la certeza de qué pasará".

Esta idea de falta de certeza salta de un planteamiento abstracto a un tema concreto, como la guerra de Iraq. Según Toffler, "se fue a la guerra con mentiras y aunque esto se ha sabido, no ha servido para que la gente en EE. UU. votase de otra manera. Esto expresa la crisis que existe sobre qué debemos creer. No podemos creer a los políticos ni a los medios porque sí. Y añado un dato sobre la confusión que existe. En mi país, que es el país más avanzado del mundo y que está inmerso en la llamada era de la información,la media de edad de las personas que miran asiduamente las noticias en la televisión ronda los 60 años. Los jóvenes se informan a través de los cómicos de los programas de entretenimiento".

Y si el mundo actual es una especie de laboratorio, el gran experimento para Toffler tiene lugar en China. "Se han propuesto sacar de la pobreza a mil millones de personas en dos décadas, algo que jamás se había intentado en toda la historia. China entiende muy bien que la velocidad actualmente es muy importante, pero la rapidez nunca es uniforme dentro de una sociedad y hay partes que se desincronizan. La tensión en China, donde no hay un Estado de derecho, donde no hay libertad política y donde existen movimientos sociales y regionales que están reprimidos, es enorme. Es un experimento apasionante y sobre el que tengo muchas dudas de cómo acabará".

El nuevo libro de los Toffler se llama Revolutionary wealth (literalmente riqueza revolucionaria y aborda aspectos como la gestión del conocimiento y el uso de nuevas tecnologías para ayudar al progreso y al desarrollo.

"Lo que más me interesa de internet es que es una herramienta que permite compartir y crear conocimiento, que se puede utilizar para apoyar el progreso y el desarrollo. Esta gestión del conocimiento es algo nuevo y choca con temas como las patentes o los derechos de autor, que están planteados para funcionar en la vieja sociedad industrial y no sirven para esta nueva era. Por lo tanto, habrá que replantearlos", señala Alvin Toffler.

Heidi Toffler añade un comentario con nombre propios: "Hay buenos ejemplos de cómo puede funcionar este nuevo entorno. El software libre, elaborado por voluntarios está ahí. Y existen obras como Wikipedia, la enciclopedia on line gratuita que crean los propios internautas. Todo esto marca un camino nuevo sobre cómo se puede crear y distribuir el conocimiento actualmente".

Àlex Barnet, lavanguardia, 19-XI-05