´La peligrosa fascinación por China´, Lluís Foix

La crisis de la socialdemocracia europea es patente. Basta con observar en los escasos países en que todavía gobiernan los socialistas. Es más, donde están en el poder han cambiado las ideas, los discursos y también las políticas, que van en contra de sus principios, aceptando los recortes sociales impuestos por el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. España, Grecia y Portugal son los tres ejemplos más emblemáticos.

La Europa social del mercado, un formidable invento de democristianos y socialdemócratas a partir de los años sesenta del siglo pasado, está herida de muerte. Se revisan y rebajan las pensiones, se recortan derechos sociales adquiridos y el paro no se reduce ni en Estados Unidos ni en la mayoría de los países de la Unión.

Leo en el breve ensayo de Tony Judt, Algo va muy mal,que no importa lo rico que sea un país, sino lo desigual que sea. Destaca la paradoja de que Estados Unidos gaste grandes sumas en sanidad, pero su esperanza de vida sigue estando por debajo de la de Bosnia y sólo es un poco mejor que la de Albania. Resume que hemos vuelto al mundo frío de la racionalidad económica ilustrada.

El mensaje es que Europa tendrá que deshumanizarse en nombre de la competitividad y la supervivencia económica. Quizás porque, según afirmó el canciller Erhard en Alemania, ningún Estado puede dar a sus ciudadanos lo que previamente no les ha pedido. El éxito de la Europa social está en el taller del mecánico y no hay noticia sobre cuándo se habrá reparado.

En Estados Unidos y Europa se admira a China por sus éxitos espectaculares con el riesgo de que se extienda en Occidente la idea de que la libertad no es un valor fundamental. Este es uno de los problemas que subyacen en la crisis actual.

Shanghai rivaliza con Manhattan y no hay que descartar que China acabe siendo la primera potencia económica mundial. La prosperidad china se basa en la tecnocracia dictatorial que pone énfasis en la eficacia, el progreso, al margen de los derechos humanos y las libertades.

Este clamoroso éxito chino es compatible con la detención de un premio Nobel de la Paz, con unos 800 millones de agricultores que viven en la pobreza, con un control estricto sobre internet, con la persecución de tibetanos y uigures... El peligro es que esta ausencia de libertades sea acariciada por las democracias.

14-XII-10, Lluís Foix, lavanguardia